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Las lámparas de la habitación eran lo suficientemente funcionales para alumbrarle en su andar por el baño y la cama. Pero no tan intensas como para molestarle la vista.


El paisaje de la ciudad al exterior le venía maravilloso en esos momentos. Por ello no hizo intento de cerrar las cortinas.


Emocionalmente se encontraba agotado hasta el límite. Aunque tampoco quería ser tan fatalista. Había ciertos momentos en su extraña vida que le permitían lidiar con las amarguras de la cotidianidad. Instantes dulces y delicados en los que conseguía refugiarse siempre que fuera necesario.


Pensaba todo el tiempo en su hijo.


La sonrisa de Logan lo tenía al filo de la caída para no debilitar su agarre. Porque eso daría como resultado un abandono. Y él no se creía capaz de perder a su bebé.


Logan era la balsa de sus noches de marea pesada.


El respiro posterior al ahogo en las profundidades del agua.


La sonrisa luego del susto.


La gasa adhesiva de sus heridas más profundas.


A ello se debían sus negativas frente a la palabra 'rendirse'. Personas como él simplemente no tenían opciones. No había plan A o B. No había disyuntivas. No existía un camino u otro. Era siempre una sola línea.


Y, aunque descabellado, ese era el método para sobrellevar la línea temporal de su destino. El hecho de estar consciente de lo que le esperaba por el resto de su vida era una manera de mantenerse estable. Porque nunca anhelaba más de lo debido. Su sistema atendía a un mismo resultado capaz de impedirle encrucijadas que le llevaran a resistirse.


Algo debía estar fallando. Algo tan fuerte que le hiciera empezar a buscar salidas fantasiosas en su cabeza. ¿Estaba mal desear una vida mejor? ¿Estaba mal anhelar los años de bachillerato en los que sus decisiones estaban basadas en odiar o no los días de clases?


Quería regresar al ayer.


Quería olvidarlo todo.


Quería ser ese DongHae de tales días. Menos triste. Más sonriente. Menos desesperado. Más relajado. Menos artificial. Más natural.


Metido en la red interna de su cabeza no tuvo certeza de en qué momento dejó de enfocar los focos de la ciudad que iluminaban por fuera como pequeñas estrellas niveladas a su alcance. Variando entre tonos y colores para lograr una ilusión más hermosa que cien astros en el cielo.


Recargado en una orilla de la ventana apartó los ojos el enfoque del exterior. Se concentró en el reflejo de su perfil ahora inexpresivo. Miró sus propios rasgos a través del grueso cristal. Se desconoció por un momento.


Porque, a pesar del trago amargo, el fondo de sus pupilas no tenía ese toque característico de profundidad atemorizante que peligraba con develar los terribles secretos de su existir. Guardaban el brillo natural de una esperanza minimizada que aún no era descubierta. Como si el rubio estuviera a la espera de que algo pasara con su vida para entender lo demás.

Adagio [EunHae]Where stories live. Discover now