3.

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Aunque no quise admitirlo... La extraña tenía razón. Mi primera clase fue un total aburrimiento. El profesor se la pasó hablando sobre la introducción de la materia y cosas que no tenían importancia alguna. El profesor de la clase siguiente también, y lo mismo con la de cálculo. Cuando tuve un descanso cerca de las cuatro de la tarde me encontré a Maggie rondando por los pasillos.

—Nunca me aburrí tanto en un solo día —dije entre bostezos, Maggie asintió.

—Solo quiero llegar a mi cama... Debería solo ir y dormir hasta mañana. 

—Pero te queda solo una hora, ¿no?

—Claro, pero debo ir a trabajar después —se encogió de hombros y yo suspiré. 

—Debo conseguir un empleo.

—El viernes podemos ir a buscarte algo si te parece bien.

—¿Harías eso por mí? —pregunté sorprendida y Maggie sonrió.

—Seguro, rubia. 

Le sonreí de vuelta y en menos de lo que duró la conversación volvimos a separarnos. Mi última clase fue puro desperdicio de tiempo. Cuando creí que realmente iba a pasar algo interesante el maestro se fue por las ramas y el parque a seis manzanas de distancia fue más interesante.

—Señorita, la clase está a punto de terminar —escuché la voz titubeante del profesor y volví la vista. —Será oportuno si vuelve en la próxima...

—Solo vengo a entregarle esto. 

Ahí estaba otra vez. En la puerta acaparando una silenciosa atención. Ella y su extraña manera de comportarse eran una cosa, pero percibí ahora como actuaban los demás cerca suyo. Como la miraban sin hacerlo, incluso como desviaba los ojos el profesor. No había emoción en su rostro pero hubo algo parecido a la sorpresa cuando sus ojos encontraron los míos. Tan pronto como me vio dejó de hacerlo y se retiró. 

Intenté ver el papel doblado que le había dado al profesor por curiosidad pero éste lo guardó entre sus libretas. La clase siguió y yo volví a mirar el parque, lejos, entre la duda de quién era aquella chica que empezaba a causar tanto misterio y todo lo demás. 

Cuarenta minutos más tarde mi cama me saludaba. Abracé la almohada y cerré los ojos mientras mis piernas descansaban por haber recorrido la universidad todo el día. Gruñí molesta cuando escuché que alguien entraba fuera, haciendo todo el ruido posible. No me molesté en ir a ver quién era, seguramente Maggie había vuelto de su trabajo antes o quién sabe, yo estaba muy cansada para averiguarlo. Cambié de posición y me dormí de inmediato.

—¿Quién es ella?

—Es mi hermana Alex. Dos años mayor que yo. La de ahí al lado es mi madre, Eliza.

Estábamos en el suelo de la sala con un par de álbumes de fotos. Maggie contemplaba una fotografía​ en particular donde mi hermana se reía por algo que ya no recuerdo. Cuando miré a través de la habitación vacía de la otra compañera de cuarto que aún no conocía, quise saber.

—No la he visto aún, ni siquiera viene aquí.

—Estuvo un rato mientras dormías, creo que vino a buscar algunas cosas, no hablamos ni nada. De hecho apenas vino se fue. Oh, en esta te ves graciosa.

My Yellow Sun; Supercorp.Where stories live. Discover now