74. Ahora deja que duela.

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Lena.

Había pasado media hora desde que di comienzo a la cena y ya quería irme. Había esperado y estado tan segura de que ella no vendría. Aún así ahí estaba y no podía quitarle los ojos de encima.

Tampoco entendí la razón.

Había dado claras instrucciones de que se debía invitar a todos en CatCo y había querido jugar con ese poder. Hasta hace unas pocas horas deseaba saber si sería tan capaz de aparecer y dar la cara. Y me había sorprendido.

Había querido verla aquí, que tuviera las agallas de estar cerca de mí y supiera que no podía importarme menos su presencia. Quería que le doliera en lo más profundo verme con Sam, anhelaba que notara que la mujer a mi lado era todo y más que perfecta. Y sin embargo...

Sin embargo desde que me había mirado y vi las lágrimas en sus ojos todo eso se esfumó y me invadió un sentimiento difícil de describir. ¿Acaso pena? ¿Arrepentimiento? ¿... Culpa? Oh, no. Claro que no.

Mientras volvía la vista a Sam, me aseguré de sonreír.

—Podemos ir a Venecia —continué, regresando al tema que segundos antes había olvidado. Sam tragó lo que estaba masticando y pareció pensativa.
—No te gusta Venecia.
—Pero a ti sí.
—¿Estás intentando complacerme, Luthor?
—Me he estado comportando mal —repliqué sin dejar de verla, solo a ella, aunque mi mente quisiera que mi atención reparara en algo más. En alguien. Esta vez Sam no cayó en mis encantos. Suspiró y miró su plato medio vacío.
—No tienes que fingir conmigo, Lena. No hace falta que hagas algo que no deseas o trates de convencerte a ti misma de lo que sientes.
—¿De qué estás hablando?
—No dejas de mirarla —aunque Sam tenía la vista fija en su comida percibí cierta amargura en el tono ácido de su voz. Ante eso no supe qué decir—. No se trata de nosotras, no esta vez, pero estás metiéndote en algo de lo que vas a arrepentirte.
—Y tú estás siendo idiota —fue cuando dejó caer el tenedor ruidosamente y me miró a los ojos que sentí su enfado.
—Cuando te conocí estabas destruida por una mujer que no supo valorarte. Estabas mal, Lena, lo sabes. Fuiste tú quien me dijo que si la volvía a ver... Sé que fue mi error traerla, pero tú dejaste que se quede y tú la has invitado y... Sé que no me incumbe pero no puedo dejar de pensar en que todavía sientes más de lo que crees por ella.

Su voz se rompió al final y lo único que hizo fue levantarse abruptamente y dejar la cena. La discusión había sido en voz baja y nadie había prestado atención pero ahora más de uno la miraba irse. Como si me gustara joderme a mí misma miré a Kara. Estaba cabizbaja y contemplaba un punto en el vacío, vaya a saber pensando en qué. ¿Por qué estaba aquí si sabía lo que encontraría?

Me daba igual. Lo único que me importaba ahora era Sam. Así que la seguí.

Estaba en la terraza encendiendo un cigarrillo. No era una de sus costumbres y ella sabía que lo odiaba y de vez en cuando lo hacía para relajarse. Pero bueno, yo no tenía derecho a quejarme porque mis métodos eran peores.

—Hey.
—Lo siento por haberme ido así.
—Tienes que dejar de disculparte conmigo —la reprendí en un tono más suave de lo común en mí—. No has hecho nada malo.

Me acerqué hasta ella y la melancolía en su rostro me hizo sentirme una idiota.

—No eres mi novia —murmuró mirando la ciudad—. No soy más que sexo ocasional y alguien que te escucha si lo necesitas. Y eso tendría que quedarme claro de una vez por todas.
—No digas eso.
—¿De qué otra manera ponerlo? Es la verdad y lo que menos quiero es arruinar lo que tenemos pero no voy a quedarme callada esta vez. No voy a decirte lo que quieres oír, Lena. Si dejas que ella entre en tu vida...
—¿Por qué haría eso?
—Sabrás tu porqué.

My Yellow Sun; Supercorp.Where stories live. Discover now