36.

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La cara de la doctora se asomó por la puerta, en un gesto silencioso me dió a entender que ya debía irme.

—Solo cinco minutos —dije con un nudo en la garganta. Volvimos a ser solo Lena y yo en la habitación, lo último que había dicho resonaba en mi mente dolorosamente. —Necesito que me digas la verdad o perderé la cabeza.
—Kara.
—En tus archivos dice que intentaste... Intentaste suicidarte hace cinco meses. ¿Es eso cierto?
—Sí —no pareció molesta porque yo lo supiera pero tampoco se veía muy expresiva que digamos. Asentí.
—Hay muchas otras cosas, Lena, hay causas en tu contra y evidencia... Demonios, aún y con toda la evidencia yo sigo estando de tu lado, así que solo dime qué quisiste decir con eso de que lo hiciste por mí.

Me contempló por lo que se sintió como horas, ese silencio me estaba haciendo perder los estribos. Lena dirigió los ojos al techo y comenzó a hablar como si contara una vieja historia.

—Existía una extraña y compleja toxina creada en los laboratorios de mi familia cuando Lex vivía con nosotros, por supuesto él mismo la hizo. Tenía el poder de hacer que cualquiera que la ingiera se vuelva casi loco de remate, aquel que la tuviera en su interior sentiría un profundo pánico inducido por el temor de perder a alguien... Importante. Alguien entró a mi celda ayer y me dió algo de comer, sabía que esa persona no debía estar allí pero aún así comí sin quejarme. Cuando la sustancia comenzó a afectarme pensé de inmediato en ti y sé que dije tu nombre, lo grité, él estaba todavía ahí cuando me dijo que si no me abría las muñecas iría a buscarte y te pegaría un tiro en la cabeza. Tenía mucho miedo, miedo por ti, el veneno multiplicaba mis emociones por mil y yo no dudé en tomar la navaja que me entregó y... Fue difícil. Le había dicho tu nombre, él supo que me importas, pero no estoy segura de porqué quiso que lo hiciera. No conozco el propósito. Pero no fue a pedido de mi padre. Lionel no está detrás de esto.
—Si no es él, ¿quién? —todo lo que dijo solo me hacía sentir peor así que preferí decir lo único que se me ocurrió pese a lo mucho que me debilitaba su forma de mirarme.
—Alguien que no está contento con los negocios de mi padre y cree que haciéndome daño lo lastimará a él. Hay cosas de mí vida que todavía no sabes, pero creo que ya es tarde.
—Puedo pensar algo aún, puedo devolverte tu libertad, puedo intentar.
—No quiero que intentes, Kara. Eres... Eres demasiado buena para mí y yo solo te traigo problemas, es enfermizo.

Caminé hasta estar a su lado y escuché a Maggie, fuera, levantando la voz mientras hablaba con la doctora. El tiempo se me terminaba.

—Ni siquiera empecé a decirte todo lo que quería. Tenía mucho miedo de espantarte.
—Lo sé, lo siento —me acerqué lo suficiente para estar a escasos centímetros de su cara.
—No es justo, Lena.
—Lo lamento. Sé que no debí hacerte pasar por todo esto.
—Deja de disculparte, idiota.
—Tienes que irte.
—Sí.
—Estaré bien.
—¿Lo prometes? —me sonrió al fin, esa sonrisa hermosa que ahora solo me desgarraba. Estiró su mano hasta mi mejilla, bajó hasta mis labios y acarició mi boca un segundo.
—Regalame un beso más.

El pedido me tomó por sorpresa pero al fin y al cabo esa era de las pocas cosas que había estado queriendo desde que se había ido. Apenas necesité inclinarme para rozar sus labios y pese a que el beso se sintió húmedo por mis propias lágrimas, me dejé llevar por la sensación. Era un beso triste y necesitado pero repleto de poder. Ese beso me revitalizaba y me llenaba de ganas de seguir luchando por ella. Tenía que haber una manera de sacarla, de demostrar que era inocente.

Cuando nos alejamos por la falta de aire Lena se demoró unos segundos más en abrir los ojos.

—Quisiera poder recordar esto cada vez que me sienta sin esperanzas.
—¿Si te digo una pequeña verdad tendrás algo de esperanzas a futuro?
—¿De qué hablas?
—Si prometes que no te rendirás te confesaré algo —susurré viendo su boca la cual se curvó en una ligera sonrisa. Asintió y casi la vuelvo a besar. —Me estoy enamorando de ti, Lena, quiero que lo sepas. Si no vuelves pronto estaré de lo más devastada y me convertiré en una de esas mujeres que van de visita a la prisión todos los días y... ¿Realmente quieres eso para nuestros hijos? No, no lo quieres. Así que más te vale luchar, no solo por nosotras, sino que por ti.
—¿Te estás enamorando de mí? —escucharlo de su boca lo hacía aún más real, me sentía una niña y aunque la situación en sí no fuera la mejor, sonreí.
—No hay manera de sacarte de mi cabeza, no puedo encontrar otra explicación. O me has hecho algún tipo de brujería o... —me detuve y bajé la mirada a su muñeca, no quería imaginar lo que había hecho mientras yo estaba en pleno insomnio. El ruido de afuera me daba a entender que mi tiempo se había acabado. —Yo estaré bien, Lena, pero tienes que cuidarte y ser fuerte y...
—Tiene que salir.
—Maldita bruja, no... —Maggie y la doctora estaban en la puerta. Le hice una seña a mi amiga para que no dijera más y me dirigí a la mujer.
—Ya salgo. —Viendo a Lena como si fuera nuestra última vez en siglos casi tuve ganas de tomarla en brazos y llevarla conmigo, donde sea, a cualquier lugar. Podía explicarle luego mi verdadera identidad, estoy segura de que ella lo entendería, ¿pero qué tan bueno sería vivir escapando? —Espero verte pronto.

My Yellow Sun; Supercorp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora