127. Dejar el dolor atrás.

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Lo único sencillo en ese proceso fue sentarme en la silla porque después solo me limité a ver la pantalla y las varias pestañas abiertas incapaz de moverme. Sabía que eso estaba mal de muchas formas, que no era el modo de hacer las cosas. O al menos eso habría pensado Supergirl de todavía existir. Esa confusión conmigo misma me dio el impulso para reaccionar y acercarme a la computadora. Mi mano tembló sobre el mouse al expandir una página y entonces decidí leer.

Winn había hecho un trabajo espectacular. La cantidad de datos solo en esa página era imposible de creer. ¿Y solo había abandonado eso como así? Le di el crédito de crearse todo un trabajo digno lejos de lo que hacía en la universidad pudiendo tener todo tan fácil solo con un ordenador.

La pestaña en cuestión tenía números y nombres —sin demasiado interés informativo— y tres enlaces que al abrirlos dirigían a algunas cuantas páginas sin título. La primera decía lo siguiente en letra blanca simple sobre fondo negro:

“Samantha Arias, trece de febrero de 1990.

Calle 62 Ringwood Drive, Birmingham, Inglaterra. Imagen satelital adjunta.

Escuela de Derecho, Universidad Yale.

Mercadotecnia, Universidad New Haven.
Destacada en béisbol y ciencias económicas.

Idiomas (noruego, alemán, francés, italiano e inglés).

Hija de Patricia Arias (62) y Terrence Arias (fallecido).

Sin hermanos. Sin hijos.

Patrimonio neto de 21 millones de dólares.”

Contemplé la cifra boquiabierta. Seguramente era normal para gente como ella, pero después de lo contado por Lena no me fiaba del todo sobre la procedencia de tanto dinero. Ciertamente no estaba con ganas de descubrir ese detalle en ese momento así que continué con la siguiente página.

Habían una serie de correos electrónicos, de los que solo un par tenían el nombre de Sam. Dudosa de todos por igual abrí el enlace junto al primero.

Por los siguientes quince minutos revisé la mayoría de las cuentas con la esperanza de que algo resonara. Pero entre la mediana cantidad de contenido relacionado con el trabajo en CatCo y demás archivos al respecto no había mucho que leer. Solo textos aburridos, contrataciones en su mayoría y así era lo mismo en todos los correos. Disgustada por el tiempo perdido cansando mi vista seleccioné el último de todos, aquel que no tenía ningún indicio de que podía poseer Sam.

Una fuerte sensación nauseabunda me subió hasta la garganta transcurridos no más de treinta segundos.

Los correos databan de los últimos meses y llevaban en mayúscula el apellido Luthor. Ojalá hubiera sido por las razones correctas, ojalá hubiera sido para Lena. Pero el primero tenía de asunto las palabras "A imprimir" y abajo todo comenzaba con Sr. Lionel Luthor.

Se ha salvado del cáncer. Operación difícil, casi no lo cuenta.
Tiene que quedarse en el hospital por un tiempo.
Supergirl permanece en la Fortaleza recuperándose despacio. No he podido recibir mucha más información que esta gran noticia: ya no tiene ni una sola gota de su poder.
Sage está en una casa segura. La he ido a ver la noche anterior para llevarle provisiones. Tiene miedo de salir y que la encuentren. Nadie tiene ninguna sospecha.

Con los dientes apretados pasé al segundo correo.

No sé cómo lo hizo pero encontró una cura. Ha estado trabajando todos los días por una estúpida manera de salvar a la kryptoniana y lo logró.
No pude tener acceso a la sustancia. Solo ella y un par de científicos anónimos la manejan. Para este momento es probable que Kara ya la haya recibido.
Lena sigue sin pisar el hospital. Según archivos de su doctora no le queda demasiado tiempo.

My Yellow Sun; Supercorp.Where stories live. Discover now