102. Donde el desastre comienza.

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Los labios de Lena sabían deliciosamente.

Tenía que ver con la cantidad de tragos, en su mayoría dulces, que nos habíamos bebido. Ahora nuestros labios intercambiaban los diferentes sabores haciéndome perder la cabeza muy malditamente rápido.

Habían pasado solo unos pocos segundos cuando Lena se separó en busca de aire pero no se alejó. Sus labios todavía los podía sentir sobre los míos, pese a que solo se habían rozado ligeramente. El corazón me latía muy rápido y la cabeza me daba vueltas debido al alcohol.

Lena entonces colocó su mano en mi rodilla aunque no me parecía que sus intenciones significaran algo más, solo buscaba apoyo entre la embriaguez y el momento que acababamos de tener. Viéndolo así yo también necesitaba tomarme un momento para respirar.

—¿Lena? —susurré alargando la última letra. Ella apartó la vista del suelo y me observó fijamente, era evidente su confusión. Luego se dejó caer y puso la cabeza en mi hombro, soltando algo parecido a un gruñido—. ¿Tienes sueño?
—No.
—¿Hambre?
—No —repitió y su voz sonó más ronca.
—Dime, mi querida Excalibur, qué deseas.

La torpeza con la que hablé y las palabras en sí le causaron gracia ya que rio otra vez sobre mi brazo antes de alzar la mirada y encontrarme a pocos centímetros de su cara.

Nos quedamos de esa manera. Borrachas, soltando risitas tontas y quedando después en completo silencio, tan solo mirándonos. Su boca estaba muy cerca y su respiración ya se convertía en la mía. Fue Lena quien se adelantó y me besó de nuevo.

Pero aquel beso fue mucho más interesante.

Lena puso una mano en mi cuello y me atrajo más hacia sus labios. Por Rao, lo bien que besaba aún estando ebria y... Oh, estaba tirando de mi labio. Sentí la sonrisa vil que se formó en su cara por el atrevido acto y no pude más que sonreírle yo también.

Para ese momento mi lengua ya estaba acariciando la suya, volviéndola a encontrar luego de tantos años, conociendo ese nuevo profesionalismo con el que jugaba. Al sentir el calor crecer y crecer dentro de mí me avergoncé por un instante. Solo nos estábamos besando y ya luchaba por alejar el cosquilleo en mi entrepierna.

De alguna manera me atreví a tirar de su cintura y colocarla sobre mí, pero ella no se negó ni protestó. Lena seguía buscando mi boca, jadeaba de tanto en tanto y los suspiros acalorados chocaban contra mis labios de tal forma que ya no quería ni podía negar que estaba mucho más que excitada.

Sus manos volvieron a tocar mi cuello y el movimiento de sus caderas al inclinarse unos centímetros me hizo gemir en el beso logrando que Lena también lo hiciera. Maldición, lo que había extrañado ese sonido. Lo que había extrañado besarla.

—Len... Lena.
—Mm.
—¿Has visto mis gafas? —la confusión le duró muy poco porque me estaba sonriendo de nuevo.
—Te las quitaste —respondió con un tono tan caliente que algo más allá de mi cintura pasó de río a océano.
—Tienes razón.

—Kara —dijo ella entonces, alejándose de mi rostro tanto que volví a necesitar al instante sus labios embriagantes sobre los míos.
—¿Si?
—¿Recuerdas lo que... Lo que dije en la oficina hace meses?

Solo asentí porque las palabras estaban estancadas en mi garganta. Un suave movimiento de sus piernas y necesité cerrar las mías para calmarme. Se acercó a mi oído, tomó aire y estuve segura de que mi cuerpo entero tembló al oírla hablar.

—No mentía cuando dije que quería follarte sobre mi escritorio.
—Lena, estás...
—Caliente —dijo antes de que pudiera terminar.

Me quedé boquiabierta y no tuve tiempo para pensar cuado deslizó sus labios por mi cuello y dejó besos mojados en toda mi piel. La sensación era tan placentera como peligrosa y mi único consuelo fue oír su corazón latir igual de rápido que el mío.

My Yellow Sun; Supercorp.Where stories live. Discover now