98. Si el mañana no llega.

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Lena.

Diez minutos después Kara seguía encerrada en el baño. No logré escuchar nada en concreto más que la tela deslizándose fuera de su cuerpo. Seguramente ya se había quitado el vestido.

—Kara, sal por favor. Habla conmigo.
—¿Sobre qué? —su voz era solo un murmullo. También entendí que estaba junto a la puerta.
—Lo que sea. No tienes que decirme nada sobre la cicatriz, no voy a obligarte.

Kara hizo silencio.

No podía sacarme de la cabeza la línea vertical, profunda y alargada que debía de alcanzar unos once o doce centímetros a mitad de su espalda. Tenía un tono muy blanco que destacaba en su piel y me había aterrado. Nunca pensé que ella, de todas las personas, podría llegar a tener una cicatriz así. La imagen no desapareció de mi mente cuando la escuché decir;

—Fue hace muchos años.

Tratando de no decir algo que pudiera hacerle perder las ganas de contarme, evité preguntar la razón.

—Es bastante grande.

Yo me había sentado en la cama en cierto momento y dado que mantenía la vista en el suelo, no había notado que había abierto la puerta del baño y me miraba desde el marco.
A pesar de que no había ninguna señal de que lloraba, sus manos temblaban ligeramente.

Al contrario de lo que esperaba, se acercó y se sentó a mi lado. Mi tonto corazón se aceleró de manera extraña.

—Todavía recuerdo cuanto dolía —dijo al fin después de un par de minutos. En su voz se reflejaba nostalgia—. Sé que podría haber dejado el cristal allí y solo morir. Muchas veces me sigo diciendo a mí misma que es lo que debí hacer.
—No hablas en serio.

Kara, después de tantos años de conocerla, por primera vez me dejó ver la oscuridad en su mirada. Lo que se hallaba en sus ojos azules me inquietó.

—Sigo teniendo estos sueños donde mis padres... —se detuvo, apretando los labios, aún sin mirarme—. No sé cómo decirlo, Lena, quiero explicarte la razón. Quiero decirte porqué me fui y en serio necesito sacarlo de mi pecho pero es tan doloroso.
—Lo sé —musité mirándola a la vez que ella levantaba la vista, algo en su expresión cambió. Sorpresa, ¿quizás? Para tranquilizar el  nerviosismo que  crecía en sus ojos, añadí—. Sé que es difícil hablar sobre lo que nos ha lastimado tanto.
—Pero no es justo para ti, lo que hice...
—Tampoco es justo si no estás preparada para hablar de ello.

Kara se me quedó mirando y yo me levanté. No sé si el accidente había alterado el corazón de piedra que forcé luego de su partida o qué, pero la dureza triste con la que me veía me afectó. ¿Por qué cosas había pasado ella?

Al cabo de un rato también se puso de pie.

—¿Por qué haces esto? ¿Por qué no me dices cuál es la razón por la que me tratas como si nada hubiera pasado? Porque hasta hace tres meses...
—Hasta hace tres meses no estaba dentro de un avión a punto de estrellarse sin saber qué demonios pasaría —mi intención no fue gritarle, no había querido sobrepasarme así y odiaba que mis emociones se alteraran tan pronto cuando antes las podía mantener bajo control. Respiré hondo, ignoré la amarga sensación que me dejaba en el pecho ver su cara abatida y suavicé mi voz—. Lo que sabía era que me quedaban muchas cosas por hacer, lugares donde ir, dios... Miles de cosas. Es lo que ocurre cuando estás frente a la muerte, Kara, el cerebro te juega una mala pasada y comienzas a imaginar tantas idioteces. Tantas cosas que pudiste haber hecho de otra forma, cosas que debiste aceptar en vez de dejar que el miedo te consuma y esconderte.

La tormenta se intensificó en aquel momento. Comenzó a llover más fuerte y los truenos se escucharon mucho más alto.

—Yo sabía que tenía muchas cosas más por hacer. Pero muchas más por terminar —su vista fue cayendo al suelo cuando dije lo último. Lo que menos quería era hacerla sentir mal pero la decisión la había tomado hace mucho tiempo—. Tú sabes a lo que me refiero, Kara. Tú sabes lo que me ocurre.
—La doctora Corday me explicó que aún...
—No es lo que quiero.
—Todavía puedes salvarte —murmuró con una diversión irónica que sentí en el pecho como una daga—. Todavía está en la primer etapa, no sería una operación complicada. Si lo haces antes de que se extienda a más...
—Kara, ya basta.

My Yellow Sun; Supercorp.Where stories live. Discover now