106. Inténtalo una vez más.

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Lena me dejó llevarla hasta su casa en brazos y, suponiendo que no se opondría a un par de minutos más de mi presencia, la seguí a través de la casa. No quería dejarla sola después de cómo la había encontrado a pesar de que caminar detrás suyo vestida como Supergirl me hacía sentir de lo más extraña.

Al llegar Lena a la cocina lo primero que hizo fue sacar una botella de agua y beberse casi la mitad de un solo trago. Cuando se giró y me vio todavía allí se mostró ligeramente sorprendida... O tal vez era solo yo.

—¿Quieres algo de beber?
—Estoy bien, gracias.

Bebió otro poco y cuando su vista volvió a ponerse en mí fue diferente. Tan distinta que no supe descifrarla.

—Gracias por aparecer. No pensé llegar tan lejos, ni siquiera recordaba que tenía esa arma —murmuró mirando recelosa el revólver en la mesa entre nosotras—. Pero me enfadé y dejé que eso me ganara y no me dejara pensar. Las amenazas son para cobardes.
—¿Ella te amenazó?
—Indirectamente, sí. Necesita algo de dinero para hacer lo que desea, lo sé. Pero creyó que soltando esa basura contra mí yo iba a pensar que se guardaría los trapos sucios, que extorsionarme serviría. No sé por qué te estoy contando esto, olvídalo.
—No me molesta. Al contrario me servirá para cuando la encuentre.

La seriedad en mi voz nunca se había notado tanto, ese tono filoso que únicamente empleaba para con los criminales. No necesitaba escuchar a Sage, no quería ni siquiera verla ahora mismo. Nunca me habían traicionado así. De a poco y lentamente comenzaba a hacerme una idea de lo que ella había querido todo esto tiempo y si estaba en lo cierto habrían muchos problemas, para Sage especialmente.

—¿Te sientes bien? —pregunté acercándome un paso más. La distancia era abismal entre nosotras. Lena asintió con una sonrisa forzada.
—¿Cómo supiste que estábamos ahí?

La pregunta me tomó desprevenida y me costó toda mi valentía de superhéroe mantenerle la mirada. Me había dicho a mí misma que no seguiría mintiéndole, mientras tanto tenía que decir la verdad.

—Escuché latir tu corazón —esperé que el calor en mis mejillas no fuera tan obvio cuando alzó una ceja con una obvia confusión—. Latía rápidamente.
—¿Y escuchaste de todos los sonidos justo a mi corazón? Estoy bastante segura de que en toda la ciudad, y mira que es grande, muchos corazones laten de esa manera y más a esta hora.

Lena no sonaba como si me juzgara, o como si le buscara la vuelta al asunto sabiendo que habría algo detrás, solo parecía divertirse con la situación. Y aunque eso debió tranquilizarme solo me puso más nerviosa.

—Pero bueno, me siento afortunada de que la mismísima Supergirl viniera a mi rescate... Por el solo latir de mi corazón.

Había cierta burla en su voz pero ya era tarde para intentar saber la razón, Lena ya rodeaba la encimera en mi dirección. O bueno, al menos la puerta en la que yo estaba parada que dirigía a su cuarto. Me hice a un lado y Lena se detuvo frente a mí.

—Gracias por tu ayuda, Supergirl.
—Te buscaré para informarte sobre lo que sepa con respecto a Sage.

Entonces Lena me sonrió de golpe. Mantuvo esa extraña e irónica sonrisa dibujada en los labios sin apartar sus ojos, como estudiando cada detalle de los míos. Un segundo después negó lentamente con la cabeza, bajó la cabeza y suspiró. Su sonrisa entonces desapareció.

—Creo que sabes dónde queda la salida. Nuevamente, gracias por tu ayuda.
—Buenas noches, Lena.

Era la mañana del día siguiente y yo estaba recostada en mi sofá, mirando el televisor sin el más mínimo interés en las noticias que, según cuatro de cinco medios informativos, sentían la falta de Supergirl. No tenía ganas de ir a resolver ningún crímen, de salvar gatos de los árboles o apagar incendios. Estaba totalmente vacía de emociones heróicas o lo que sea que siempre me había llenado y servido para salvar la ciudad.

My Yellow Sun; Supercorp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora