89. Estrellate en mí.

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Where did I go wrong?
I lost a friend somewhere
along in the bitterness.


Lena.


Me terminé de abrochar el último botón del pantalón cuando Sam entró a mi oficina. Miró desconcertada las cortinas que quince minutos antes mi ex había cerrado y se dispuso a correr cada una. Cuando la luz volvió a entrar y las ventanas transparentes dieron lugar al otro sector de empleados, fugazmente divisé a Kara escribiendo seriamente en su computador. Volví a Sam cuando ésta se sentó frente a mí y actué de lo más normal.

—¿Por qué estaba todo cerrado?

Respiré un par de veces más, lo suficiente como para que mi voz recuperara su tono normal.

—Estaba haciendo una videoconferencia, no quería distracciones.
—Ah, ya... —asimiló vacilando. Después  sacó de su bolsillo trasero un sobre de cartón doblado y lo depositó sobre la mesa—. Venía para entregarte el pasaje que me pediste.
—Eso sí ha sido rápido. Gracias.
—¿Me dirás ahora para qué quieres ir a Europa? Estamos a mitad de unas negociaciones importantes. Además... Lena, odias volar.
—Sabrás manejarlo a la perfección —dije alzando la voz, concentrando mi atención de nuevo en la portátil y eliminando basura. Estaba recibiendo más correos amenazantes que de costumbre pero me había acostumbrado a ignorarlos. No me quedaba otra opción. Si me ponía a llorar por cada amenaza de muerte seguramente ya lo estaría—. Sam, no debes preocuparte. Tienes a tu nueva novia por aquí, pídele ayuda si la necesitas.
—Lena...

Pero se calló. Cuando le había comentado tan a la ligera que estaba al tanto de su aventura secreta con una empleada de impresión su cara fue de película. Me había molestado al principio, cuando Kara me lo dijo, me había enfurecido porque odiaba que me ocultaran las cosas. Pero al fin y al cabo yo le había dicho que todo ese juego tonto entre nosotras debía acabar, por su bien y por su propia felicidad, era lo correcto. Ahora sólo era mi mejor amiga y la única que se había quedado conmigo durante años en mis peores días. Era Sam después de todo.

Miré al ventanal a mi derecha, a la ciudad y al cielo azul claro. Volar... Si tan solo pudiese evitarlo estaría encantada. Pero tenía una cita con unos médicos privados en Londres. Después de salir de la cárcel, de esa nueva oportunidad para vivir pues... Algo me dijo que al menos tenía que sacarme ese peso de encima. Aunque me mintiera a mí misma no podía dormir sabiendo que tal vez existía la posibilidad de que el cáncer de mi madre lo hubiera heredado también yo.

No confiaba en nadie de National City, nisiquiera en el país, para mantener el secreto. Así que tras pagar una desorbitante cantidad de dinero a unos expertos en la medicina, mi cita sería en tres días. Sam por supuesto no sabía nada. No era necesario.

—Encargale a alguien que me prepare el equipaje para una semana.
—¿Estarás bien? Durante tanto tiempo sola, quiero decir. Puedo acompañarte si me necesitas —le sonreí de verdad. Ella nunca dejaría de preocuparse por mí, más o menos era su forma de quererme. Profunda e inquebrantable.
—Es algo que debo hacer por mi cuenta. CatCo no puede quedarse sola. Ahora ve, imagino que tienes cosas que hacer también tú.

Su expresión delataba todos sus pensamientos. Era fácil leerla. Intranquilidad... Angustia. Pero no podía hacer más por ella. Cuando Sam se fue fui incapaz de seguir con mi trabajo. Ni el viaje a Londres ni lo que había pasado con Kara momentos antes me dejó pensar.

Kara.


—Claro que debería repetirse —dije al teléfono mientras metía en la máquina expendedora varias monedas y hablaba con Sage, quién del otro lado, me contaba lo mucho que le había gustado salir.
—¿Has pensado en mi oferta?
—Tal vez —murmuré presionando los botones, algo raro se formó dentro de mi pecho—. Nunca me he quedado a dormir en la casa de nadie, no exactamente.
—No exactamente —repitió con voz tonta—. Bien, es solo que me gustaría, odio tener que verte ir. No me malinterpretes, no intento apresurar nada, mis intenciones no son esas.
—¿Supones entonces que serías completamente educada si yo durmiera bajo tu mismo techo?
—Al menos que me pidas lo contrario, claro.

My Yellow Sun; Supercorp.Where stories live. Discover now