64.

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—¿Qué?

La mirada de Lena se oscureció un momento antes de pasar a una extraña confusión y finalmente sonrojarse. De no ser por su expresión casi asustadiza me habría causado gracia y ternura verla reaccionar así. Al hablar me esforcé por separar el nerviosismo de mis propias palabras.

—Es mi turno para hacer que no olvides esta noche —supe bien que en el fondo intentaba no mostrarse tan distante de repente. Tenía la gran impresión de que tenía que significar otra cosa y pese a que no quería incomodarla más, al estar las dos desnudas y yo sobre ella... Bueno, teníamos que hablarlo en algún momento—. ¿Qué sucede?
—Es solo que...
—¿No quieres?

Mi voz sonó más herida de lo que hubiera deseado pero rápidamente se apresuró a negar.

—No es eso, yo... Dios.
—Puedes decirme cualquier cosa, Lena —murmuré, pasando el pulgar por su mejilla. Respiró hondo entonces, volvió a encontrarse con mi mirada y asintió.
—Es solo que nunca antes... —tragó saliva, escuché el latido de su corazón acelerarse. ¿Qué la podía alterar de tal manera?—. Nunca nadie quiso hacerme sentir esa clase de placer.
—Oh —dije apenas, de golpe sintiéndome estúpidamente abrumada. ¿Y si no lo hacía lo suficientemente bien? ¿Y si... ?
—Siempre se trató del deseo de los demás y siempre soy yo quien... —sacudió la cabeza, apartando el pensamiento—. Lo que quiero decir es que nunca estuve con nadie de esa forma. Nadie se interesó antes en que "pasara una buena noche" y la verdad lo agradecía pero ahora...
—No quiero obligarte a nada, Lena.
—No seas, idiota —dijo casi riendo, la confusión anterior ya desapareciendo—. Quiero todo contigo, solamente me sorprendió.
—¿Que quisiera hacerte sentir lo que tú a mí?
—Tal vez.

Nos miramos unos segundos, yo solo podía hallar amor en su mirada y rogaba que Lena también viera en mis ojos todo lo que sentía por ella. Mi mano acariciaba su cabello cuando la besé, sentí su sonrisa en mi boca, haciendo que sonriera de igual manera.

—Te amo, Kara. Te amo tanto —susurró en medio del beso, con un sentimiento cargado en la voz que si no volé ahí mismo hasta el mismo sol fue porque tenía sus manos sujetando mi rostro. La emoción del momento me hizo cometer el tonto error de no decirlo devuelta.

Lena enterró los dedos en mi cabello. Sus besos me encantaban, me hacían delirar y querer mucho más. Eventualmente me alejé de sus labios y pese a que Lena gruñó al instante, cuando me acerqué a su cuello toda queja fue olvidada. Al principio tuve que recordar controlar mi fuerza, la manera en que tocaba su cintura con mis dedos tenía que ser de lo más delicada, no podía permitirme hacerle daño. Pero cuando volví a morder con suavidad su cuello y ella gimió en respuesta, entendí que no necesitaba pensar demasiado todo dos veces. Nunca podría lastimarla.

Comencé entonces a acariciar sus pechos, no pasó mucho hasta tener uno de sus pezones endurecidos en mi boca. Me permití mirarla. Era la mujer más hermosa y perfecta, inteligente e increíble que había conocido y estaba justo debajo de mí. Para mí.

Momentos después cuando soltaba su otro pezón Lena ya estaba considerablemente agitada. Me separé un poco para admirar su cuerpo. Sus pezones estaban tan duros, la piel alrededor de sus senos tan hinchada... Observé luego las cicatrices y viejas heridas. Eran muy extrañas y aún así demasiado bellas.

—Tomame una foto, te durará más —bromeó Lena, sonriendo.
—No me lo digas dos veces —le advertí, tocando esta vez la piel donde no habían cicatrices, buscando no incomodarla en el proceso—. No querrás que le esté prestando más atención a mi celular.
—Pero si tú puedes verme desnuda cuando quieras.

Me mordí el labio de tan solo pensarlo. ¿Qué estaba haciendo esta mujer conmigo? ¿Cómo lograba alterar mis emociones y sentidos tan fácilmente?

My Yellow Sun; Supercorp.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon