120. Demonios internos.

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Hey, soy yo, Kara. Sé que es muy tarde, lo siento si te despierto, pero quería decirte que salí de la Fortaleza hace ya varias horas. Y necesitaba pensar, aclarar mi mente, por lo que me he demorado en contactarte. Desperté cerca de las diez y no he podido dormir desde entonces. Me preguntaba si podríamos vernos mañana, o cuando tú quieras... Si es que eso está bien contigo. Espero tu respuesta, Lena.

Repetí el mensaje de voz por tercera vez sin creerme que la estaba oyendo. El corazón ya se me había acelerado de solo ver su nombre en la pantalla y no hacía falta destacar que me había puesto más que nerviosa al escucharla.

Kara había regresado y yo no podía procesarlo.

Las últimas semanas le había pedido a Maggie y Alex actualizaciones en cuanto a su estado, sobretodo lo que pudieran decirme. Con Kara habíamos acordado mucho antes que volveríamos a vernos cuando las dos estuviéramos mejor, aunque siendo sincera ya no recordaba la estúpida tazón. De todas maneras me habían informado de su progreso y de lo complicado que estaba siendo, al menos para todos ellos, entender que sus poderes no volverían. En cuanto a Kara no sabía para nada qué era lo que sentía, ni lo que había pasado en su cabeza las últimas cuatro semanas.

Por lo que oír aquel mensaje me dejó devuelta en la primer casilla. Mis ganas de verla habían llegado apenas despertar de mi cirugía y la sensación de que necesitaba estar cerca suyo superaba todo lo demás.

Mis nervios no disminuyeron al levantarme de la cama y escucharla una vez más. Tenía que admitir que sonaba diferente; su voz se quebraba en ciertas partes y varias veces había vacilado como buscando no equivocarse en ninguna palabra, tal vez tan nerviosa como yo en ese momento.

Miré el reloj digital y faltaban veinte para la una de la mañana. ¿Seguiría despierta? ¿Tan sumida en el insomnio cómo yo ahora?
Mis pies sintieron el frío suelo mientras bajaba las escaleras, pensando qué tan buena idea sería llamarla en ese momento. O si era siquiera lo indicado.

Un par de minutos después y luego de beber una gran cantidad de agua helada encendí otra vez el celular. Escribí varias líneas, convencida de que no sonaba distante o demasiado excesivo para ser tan tarde en la noche... Para ser tantas semanas pasadas sin vernos.

En quince minutos habrá un helicóptero en la dirección que te adjunto debajo para traerte donde estoy. Si quieres venir ahora, si estás despierta aún, estaré esperándote. No estoy en National City pero el viaje no es demasiado largo. Está bien si no deseas venir o prefieres hacerlo mañana. De cualquier modo nos veremos pronto.

Me seguía pareciendo muy serio incluso después de que lo envié. Pero no estaba segura de qué otra cosa podría decirle, o transmitirle, mediante un mensaje de texto. Así que y mientras subía nuevamente las escaleras me aseguré de que mi piloto personal estuviera esperando en la dirección indicada.

Tomé una ducha rápida y mis energías se vieron renovadas a pesar de ser plena madrugada. Me vestí con un jersey enorme, un vaquero olvidado entre las cosas que había traído y solo medias. Solo pasaban cinco minutos de la una cuando encendí todas las luces y ordené sobre lo ya ordenado.

Me senté en el sofá de la sala, no escuchado ningún ruido más que el de mi propia respiración. Tenía la sensación de que estaba haciendo todo por nada. Kara podía haberse dormido. Se despertaría mañana, vería el mensaje y serviría únicamente para hacerle pasar un mal rato. Tal vez debería haber pensado mejor en el asunto y no lanzarme de lleno a una idea que mi corazón desesperado había sugerido solo porque la extrañaba demasiado.

Mi celular vibró sobre el brazo izquierdo del sofá y vacilante lo cogí. Se trataba de un mensaje del piloto; Kara acababa de aparecer y llegaría en menos de media hora.

My Yellow Sun; Supercorp.Where stories live. Discover now