34.

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No podía calmarme.

Lena había salido esposada como si fuera una criminal pero yo sabía que no era posible. No necesitaba evidencias, Lena era inocente, debía de ser alguna maniobra de su padre pero yo sabía que ella jamás sería parte de algo así.

Había pasado una hora desde que todo quedó en silencio y lo único que abundaba en la sala era yo con mis nervios y Maggie tratando de contenerme. Mis manos temblaban y la cabeza me comenzaba a doler. Me sentía impotente por no poder ayudarla porque sabía que nadie iba a creerle.

Más de una vez permanecí con la vista en la puerta con la tonta esperanza de que ella apareciera de la nada y me dijera que todo era un error, que todo estaba bien y que la habían dejado en paz. Pero era estúpido.

—Kara, tienes que calmarte.
—No me digas que me calme —gruñí uniendo mis manos, mi pie repiqueteaba en el suelo en una secuencia nerviosa. —Ella no ha hecho nada, Maggie, yo lo sé.
—Si tú lo crees entonces yo también, tienes todo mi apoyo. Pero esto no te hace bien, ¿entiendes? Lena va a salir pero tú tienes que pensar en ti. Estuviste casi tres días en cama y apenas te vas recuperando. No puedes ayudarla así —con fastidio me saqué las gafas y froté mis ojos. Los sentía cansados y por demás pesados.
—Ni siquiera quiere que vaya a verla, imagino que su padre... Su padre tiene que ver con todo esto. Él es el culpable. ¿Cómo voy a ayudarla yo si no siquiera puedo ir a ver cómo está?
—Lo resolveremos, buscaremos la manera.

Como si la idea hubiera caído de repente la miré fijamente y me levanté como un resorte del sofá. Busqué mi celular y sin pestañear marqué el número de Alex. Presioné la palma de la mano contra mi frente y respiré hondo.

—¿Kara, a quién llamas?

No respondí. Tan solo me limité a escuchar los pitidos con la poca paciencia que tenía aapunto de estallarme.

—¿Kara? Me sorprende que me llames tan...
—Alex, tienes que ayudarme. Lena está en serios problemas, acaban de llevarla unos policías, le plantaron droga, no...
—Kara, por dios santo, cálmate. ¿Puedes explicarme más lento? Tranquilízate y dime qué ocurrió.

Le conté todo lo que había pasado una hora antes. Le dije que sabía que Lena no era la culpable, le traté de explicar que ella jamás haría algo como esto, que no era como su padre. Cuando terminé Alex se quedó en silencio un minuto.

—No hay nada que yo pueda hacer, Kara, encontraron evidencia en su propia habitación y...
—Alex, no puedes estar hablando en serio. Trabajas en el condenado FBI
—¡Ni siquiera terminé mi entrenamiento! Me quedan meses aún, Kara, escucha...
—Lena es inocente. Esos tipos... Esos trajeron la maleta.
—Entiendo, pero Kara, no van a soltarla como si nada. Si alguien quería que Lena se viera involucrada se lo pensó bien, sabe que no será fácil que salga de la cárcel por más inocente que sea y eso es lo que busca.
—Ya.
—No puedo hacer mucho, de verdad lo haría si pudiera —la voz de Alex sonaba realmente preocupada del otro lado, yo asentí aunque no me viera. Maggie se acercó de pronto, me sacó el aparato de las manos y lo puso en altavoz.
—Eh hola, soy Maggie, no sé si me recuerdas pero tengo una idea.
—¿Una idea?
—¿Crees que si tenemos las pruebas de que no era su maletín la dejen libre?
—¿A qué te refieres?
—Quiero decir... Hay cámaras en todos los pasillos de las habitaciones —Maggie me miró dudosa. —Es posible que haya algo en las grabaciones de seguridad que demuestren que ella no fue. Kara dijo que dos hombres salieron de nuestro cuarto cuando ella llegó, si probamos que traían la maleta quizás podamos ayudar a Lena.
—No lo sé, lo más seguro es que hayan borrado cualquier evidencia en contra de ellos. No son tontos, saben lo que hacen —esta vez fue mi turno de hablar, sintiendo la única oportunidad de hacer algo escaparse de mis manos.
—Alex, es nuestra única oportunidad. Tú solo... Tienes que darme una mano, cualquier cosa sirve, por favor.

My Yellow Sun; Supercorp.Where stories live. Discover now