56.

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—Extrañaba dormir a tu lado —susurró Lena en mi cuello una vez las dos habíamos despertado. Sentía que la tensión en mi cuerpo se había ido, estaba más relajada y mucho mejor que ayer—. Tienes el cuerpo siempre tan caliente.
—Podría tomar eso como un cumplido ¿sabes? —ella rio, se volvió hasta su sitio y frotó sus ojos perezosamente. Cuando reparó en mi expresión atontada sonreí. Era la mujer más bella que había visto en mi vida.
—¿Por qué me ves así?
—Porque eres preciosa.
—No lo soy.
—Sí que lo eres. Y me gustas.

Intentó ocultar la sonrisa pero falló miserablemente. Con un esfuerzo descomunal me levanté de la cama. Descubrí que bajo la camiseta no tenía nada puesto y me giré hacia mi novia con una mirada cuestionadora. Pareció entender al segundo lo que pensaba, pero para alterar mucho más mis hormonas se mordió el labio a la vez que sonreía. Bajando la vista un momento a la camiseta, que ahora notaba, era algo transparente.

—Eres una pervertida, ni me has dado ropa interior.
—¿Para qué la quieres? —preguntó con ojos brillantes—. De todos modos solo tenía a mano eso.

Puse los ojos en blanco y Lena, un poco más seria, dijo luego;

—¿Te sientes bien, Kara?
—Claro.
—No estabas bien ayer —articuló buscando mi mirada—. Vi esa expresión en tu rostro, estabas mal. No tienes que explicarme nada ¿vale? Solo quiero saber si necesitas algo. Estoy aquí si quieres hablar.
—Sé que sí —murmuré apoyándome en la cama, besándola antes de volver a pararme—. Estoy bien, de verdad, solo estaba un poco estresada.
—De acuerdo.
—¿Necesitas comer algo? ¿Desayunar?
—Sabes que puedo hacerlo ¿no? —levantó una ceja y le sonreí—. No estoy incapacitada, solo tengo una costilla rota.
—Pero esa costillita debe sanar.
—¿Acabas de decirle... ? Olvídalo, eres una niña.
—Ah, ya sabrás todo lo niña que puedo ser.
—No te atrevas a provocarme, Kara Danvers.
—¿Qué si lo hago?

Estaba en la puerta y ella en la cama, pero podríamos haber estado en habitaciones distintas y la tensión sexual seguiría rondando. Era fácil jugar de esa manera, tirar de la cuerda y tantear los límites que podíamos alcanzar. Veía como intentaba por dentro contenerse. Si Lena de verdad quería que nuestra primera vez fuera... 'especial' estaba esforzándose y bastante.

Finalmente esbozó la más inocente sonrisa y colocó las manos en su regazo, como quien espera con paciencia algo en particular pero sin dejarlo notar.

—Iré a ducharme, no desesperes mucho por mí —anuncié abriendo la puerta y saliendo antes de que me fuera imposible irme.

El agua terminó de limpiar cada rastro del estrés de ayer. Era cierto que no dejaba ir la idea de que algo de mi planeta había quedado pero ya no tenía las ganas ni el ánimo para dejarme llevar por la melancolía. Tendría que enfrentarme a la verdad, tarde o temprano, y si es que la había, pero por ahora tenía que calmarme.

Aquello último no fue para nada fácil por una simple y única razón. Estaba tan distraída que no presté atención al sonido de la puerta al abrirse, ni a la persona detrás de mí. Solo supe que Lena estaba allí cuando apoyó las manos en mi espalda. Me había asustado al principio, luego relajado y vuelto a asustar porque esta vez no había oscuridad que nos ocultara. ¿Estaría ella sin nada puesto? Okay, no sería la más inteligente de las ideas meterse bajo la ducha vestida.
De todas formas mi cuerpo estaba ya en otro lugar, Lena solamente acariciaba mi espalda y ya era suficiente para hacerme faltar el aire.

Vale, Rao, para con esto que me desmayo.

—Creo que ya me estoy desesperando por ti —musitó, bajando las manos hasta mi cintura. Sentía el calor de su mirada y ni siquiera la estaba viendo a la cara. Tragué saliva, me dejé llevar por la adrenalina del momento y me volví. Estaba desnuda pero su cuerpo no fue lo que miré, no todavía. Esa sonrisa que sugería más cosas de las que eran apropiadas pensar bastó para embrujarme. Por el contrario, ella sí que observó.

My Yellow Sun; Supercorp.Where stories live. Discover now