70. Hay quiénes le llaman destino.

8.1K 928 307
                                    

Enterarme de que Lena había seguido adelante me causó toda una serie de emociones que me fueron imposibles controlar. Luego de encontrarme con Maggie pensé que estaría más feliz, más contenta por tener algo de normalidad de vuelta y experimentar algo diferente de las miradas incómodas de mi familia. No los culpaba por no saber cómo ayudarme, en realidad ya habían hecho demasiado por mí, pero sin saber bien porqué aún no me acostumbraba a estar rodeada de personas por tanto tiempo.

Pero luego de ver a Maggie solo quería irme lo más lejos posible, a cualquier otro sitio al menos por un rato. Todavía no contaba con un lugar dónde quedarme más que la base de operaciones donde mi hermana trabajaba como agente especial y constantemente me hacía pruebas. Esa vez quise olvidar todo aquello. Pero no conté que para cuando llegara a la Fortaleza de la Soledad lo único en lo que pensaría sería en Lena.

Durante esos cuatro años sin saber nada sobre ella tener una noticia así tan de pronto me causaba una extraña sensación. ¿Era angustia o enfado? ¿Tristeza o un desconsuelo que iba creciendo? Por un instante imaginé que seguramente todo. No me enorgullecía sentirme un poco decepcionada, al contrario, me sentía una estúpida por siquiera tener una pizca de rabia encima. ¿Qué había imaginado? ¿Qué ella seguiría esperando por mí? Oh, era tan tonto.

Sin darme cuenta las lágrimas comenzaron a salir. Me llevé las dos manos a la cara y la cabeza me empezó a doler con la misma rapidez. Había salvado a mi primo, era todo lo que había querido y mi deber, por supuesto. Pero me había arriesgado a dejar atrás lo más preciado que poseía y estas eran las consecuencias. No era su culpa. Tenía que ser feliz, era todo lo que siempre había deseado para Lena. ¿Por qué entonces tenía que sentirme tan mal?

Unos días más tarde me armé de valor y me hice con toda la información en internet que encontré sobre ella. Fue grande la angustia que se instaló en mi pecho al solo ver su rostro. La foto era de un evento de hace seis meses, pero Rao, no podía creer lo bien que se veía. No podía procesar cuanto había cambiado.

Su mandíbula se mostraba más recta de lo que recordaba, sus labios estaban pintados de un rojo vivo y su cabello le llegaba más allá de la mitad de la espalda, totalmente liso, oscuro y brillante. Se podía apreciar la confianza en su mirada, la actitud en su manera de pararse e incluso la sonrisa en su boca se notaba totalmente real.

No más ropas desgastadas ni chaquetas de cuero, nada de botas o jeans. Vestía como la mujer adinerada que era. Por lo menos en varias de las fotos relacionadas que miré. Tan elegante que podría haber pasado por una modelo muy cara, en todo caso una mujer muy poderosa. Y lo era, en realidad.

Le eché un vistazo a una cantidad gigantesca de artículos. Se había hecho muy popular, al parecer. Después de ser la causa por la que su padre fuera condenado a cadena perpetua por toda una serie de crímenes de los que ella tenía evidencia, la prensa y cientos de otros medios la pusieron en lo más alto. Me alivió en parte no ver nada relacionado con lo que Lionel le había hecho, o lo que Lena misma había tenido que hacer. Sí me causó una tristeza inexplicable ver una entrevista a un periódico donde hablaba sobre Alison. La niña por la que había hecho todo sin pensarlo dos veces había muerto poco después de que yo dejara la tierra.

Fue lo último que leí ese día. No tenía otra cosa en mente más que el dolor que Lena seguramente había sentido durante ese tiempo. Y yo había sido una cobarde.

Había sido tan cobarde y había tenido tanto miedo que no pude despedirme. Tampoco decirle la verdad. Había escapado esa última mañana y odiaba haberlo hecho así. La había dejado y no podía dejar de pensar en lo que tenía que haber soportado.

Siempre supe que Lena era una mujer fuerte que no necesitaba de nadie para cumplir lo que deseaba, todo lo que había leído sobre ella me lo demostraba. Las organizaciones benéficas que había fundado, los hospitales por todas partes del país, incluso los centros de ayuda para jóvenes con problemas en el hogar... Lena había hecho todo eso. Y no podía enorgullecerme más por haber amado a una mujer tan especial y generosa pero yo no había estado ahí para ella en sus peores momentos y saberlo me destruyó.

My Yellow Sun; Supercorp.Where stories live. Discover now