91. Sálvame.

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—¿Y qué es lo que dijo?

Me hallaba en el techo del hospital, hablando con Maggie por teléfono y recargando mis energías. No había absorbido demasiada luz solar y comenzaba a sentirme más y más cansada con el paso de las horas. Había tenido solo unos pocos minutos en la habitación de Lena antes de que me pidieran salir. No había sido suficiente.

Pero la doctora me prometió que podría volver una vez el horario de visitas comenzara y que quizá podría hacerme el favor de dejar que me quede. Sentía que estar lejos de ella la ponía en algún peligro inminente del que yo no podría salvarla, de que sería demasiado lenta si la dejaba sola y algo le ocurría. Tenía ese constante miedo acechando mis pensamientos y era insoportable.

—Que la mantuvieras al tanto —respondió mi amiga. Me estaba explicando cómo había salido todo con Sam pero siendo honesta era lo que menos me importaba en aquel momento—. No sospechó nada.
—Gracias, Maggie.
—No quería traer esto a colación —dijo con voz suave—, pero hay un tema que debes resolver, Kara.
—¿Y ese cuál es?
—Sage.
—Ah.

No había pensado en ella durante todo el día. Y eso que estaba ya el sol perdiéndose en el horizonte. No tenía ganas de hablar de Sage, ni de pensar en una gran excusa que valiera la pena porque no era lo que se merecía. Lo que Sage necesitaba era la verdad de mis sentimientos y no podía hacerlo desde aquí.

—Dile que surgió un viaje de emergencia —era verdad de todas formas—, hablaré con ella cuando regrese a National City. ¿Tú y Alex están bien?
—Estamos preocupadas por ti.
—Voy a colgar —suspiré—. Bajaré para ver cómo sigue Lena. Creo que iban a intentar quitarle el tubo para respirar.
—¿Tan pronto?
—Sí, no me han querido decir porqué. Gracias por llamar, Maggie.

La mitad de las fuerzas que había adquirido gracias a la luz solar se redujeron a la mitad cuando el ascensor se detuvo en el piso en el que Lena estaba. Caminé con desgano hasta su habitación y me senté frente a la puerta. Al menos me permitían quedarme allí, a pesar de ser terapia intensiva, supuse que tenía que ver con la doctora que me había mantenido al tanto durante el día y cuando llegué. Corday, se apellidaba. Había estado tan alterada por la mañana que ni siquiera me había interesado saber su nombre.

Y claro que seguía igual, pero al menos tenía la certeza de que Lena contaba con una oportunidad. Por más mínima e improbable que fuera, seguía aquí.
Una enfermera salió de su cuarto y me miró apenada, seguramente me veía patética estando todavía por aquí después de diez horas. A mí no me importaba. Pero se acercó a mí y del bolsillo saco una barra de cereal, la dejó frente a mis pies ya que estaba sentada en el suelo y se fue en silencio.

Una hora más tarde el sol ya no se veía en la ventana del otro extremo del pasillo. Me había quedado mirando como anochecía para no usar mi visión de la manera incorrecta y verla por un instante. No me había gustado encontrarla así, tan destruida y frágil que podría desaparecer como si nada. Y en parte así era. Estaba tan cerca de mí pero tan lejos.

Mi reloj marcaba las nueve en punto cuando la doctora Corday apareció a mi lado. ¿Nunca descansaba? De igual modo ni siquiera tenía ojeras y se mantenía con la misma expresión gentil.

—Tengo que hacer un chequeo general, ¿quieres entrar? —con dificultad asentí y me levanté del piso forzosamente. La enfermera de esta mañana, Allison, le seguía. Me miró un fugaz segundo antes de poner los ojos en la espalda de la doctora. No había sido mi intención asustarla así.

Ya una vez dentro lo mejor que pude hacer fue apoyarme contra la ventana y mirar desde allí como la enfermera administraba la medicación y la doctora revisaba el vendaje de su cabeza, para después tocar sus manos y los dedos.

My Yellow Sun; Supercorp.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang