5.

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Era una mierda. Así me sentía y eso era. No necesité pensarlo dos veces, el líquido tibio ya se hacía paso hasta mi palma. Me dejé caer en el suelo helado junto a la cama, me abracé a mi misma sola en la habitación, me percaté del ardor pero no hice nada. Como siempre. Me levanté diez minutos después con desgano y tomé mi chaqueta, la que había dejado sobre el acolchado y me fui.

Ya que no había ido a casi ninguna clase ayer, mi mañana consistió enteramente en pedir apuntes. Pero entre que finalizaba mis propias notas y me concentraba en finalizar mi ensayo, no podía dejar de pensar en Lena.

Había desaparecido de la nada y no se había llevado sus medicinas, me sentía enojada también por ello, o eso quería decirme a mi misma por tener rondando a alguien que conocía hace apenas una semana en mi cabeza. Me enfurecía más que no tuviera consideración por ella misma, hasta me daba rabia que me hubiera dejado sola en la enfermería cuando me había ofrecido tan amablemente a acompañarla (sé que no me lo pidió en ningún momento y en realidad la obligué pero eso no viene al caso). El punto era que estaba enojada con Lena ComoSeaSuApellido y se lo diría apenas la encontrara.

Pero mi plan tuvo sus fallos. Lena no estaba por ninguna parte. Y es que busqué por toda la universidad una vez que salí de mi dos únicas clases y teniendo todo el día libre mi tarea consistió en preguntar a dos o tres estudiantes si alguno había visto a la tal Lena pero ellos solo me miraban confundidos, siquiera se molestaban en responder y se alejaban. Por eso desistí de preguntar, ya me veía bastante rara por mí misma como para hacer más el ridículo.

Volví a mi habitación para bañarme y para mi sorpresa Maggie estaba allí cuando salí.

—Hey, creí que trabajabas hoy también.

—Te dije que te ayudaría a conseguir empleo, ¿no?

—Oh, sobre eso... —me había olvidado completamente del asunto con tanto querer averiguar sobre Lena.

—¿Estás lista?

—Es que yo... Justo iba a...

Maggie levantó una ceja ante mi falta de palabras y yo puse mis gafas torpemente en su lugar debido a su mirada inquisitiva.

—¿Tienes planes? —algo así como una sonrisa acusadora se le instaló en la cara.

—No te hagas la detective conmigo, Maggie. Ya, vamos.

Ya fuera de la universidad nos pusimos a recorrer varias tiendas y comercios pero todo se salió un tanto de control. Había cosas que no conocía aún y que mi ciudad no tenía, por lo que incluso la cosa más simple para Maggie me parecía de lo más extraño.

—¿Cómo qué nunca probaste un batido?

—Pues no, quiero decir, donde crecí no le dan mucha importancia a... esto —le di otro sorbo a la bebida cremosa que habíamos comprado. Era dulce y deliciosa. Miré el cielo para evitar a Maggie mirándome incrédula. En cualquier momento se largaría a llover.

—¿Dónde creciste, en una caja? —negué entre risas y caminamos unas cuantas calles más. Nadie necesitaba de una ayudante, una mesera ni nada. Por eso cuando comenzamos a volver rendidas y empezó a llover nos apresuramos.

—¡Oye, espera!

Se me había olvidado eso de la velocidad, así que tuve que disminuir el paso, sonriendo como si no hubiera pasado nada.

My Yellow Sun; Supercorp.Where stories live. Discover now