124. Sellar nuestro destino.

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—¿Kara? Sí... está aquí. Duerme. De acuerdo, lo haré. Está bien, lo sé. Adiós.

Me giré hacia Lena cuando colgó. Seguía en la silla, con aspecto de no haber dormido nada y la noche ya había caído allá fuera. Me relamí los labios y hablé pese a la sequedad dolorosa en mi garganta.

—¿Quién era? —me miró rápidamente, sorprendida.
—Alex. Está preocupada por ti. No le dijiste que vendrías a verme.
—Lo pasé por alto supongo.
—Kara... Tu familia está seriamente preocupada —dejó el celular en la mesa de noche y pasó una mano por su cabello—. No como cuando estabas en coma y Superman estaba conectado a ti para mantenerte viva, cuando fuiste capaz de sobrevivir sin él, o cuando tú organismo aceptó la cura. Están... muy preocupadas por tu situación actual.

Me senté de a poco y sentí su mirada fija en mí en todo momento. ¿Qué podía hacer o decir para reconfortar a mi familia cuando ni tenía palabras para mí misma?

—No quiero hablar con ellos en este estado.
—¿En cuál estado les hablarás? —en uno en donde no me sienta por completo muerta, pensó la parte oscura de mi mente. Negué con la cabeza, disgustada por permitirme esas cosas frente a ella—. Dicen que es como cuando volviste de Krypton.
—Krypton pasó hace mucho, y no es nada como esto. No es... Rao, si soy honesta no sé qué es peor. Lena, por favor solo olvídalo.
—No los alejes —murmuró viendo por la ventana hacia la calle—. Tu familia es importante.

Asentí porque tenía razón, no porque sintiera las ganas de cambiar las cosas muy pronto. Exhalé.

Era molesto despertar de esa manera; no oír el latido de su corazón apenas abrir los ojos cuando ella estaba a un metro, era... era algo odioso. Y seguía doliendo porque no quería olvidar lentamente como era la melodía que me había mantenido viva durante tanto tiempo en el espacio, y luego otra vez en la tierra. Extrañaba escucharla pero anhelaba todo lo demás también. A cada momento pensaba que mis poderes regresarían de pronto y que tenía esa increíble habilidad de volar si me lanzaba del tejado.

—¿Dormiste bien? —preguntó luego de un minuto.
—Sí. ¿Tú descansaste? —media sonrisa avergonzada fue toda su respuesta—. Lena, no hace tanto que te has sometido a cirugía. Necesitas reposo también.
—Estoy bien, no tengo sueño.

Sus ojos cansados no decían lo mismo y el rostro exhausto mucho menos. Cuando quise decirle que era importante que durmiera se levantó. Parecía como si me leyera cada pensamiento.

—Voy a cocinar algo para que cenemos, tienes hambre ¿no? —la realidad era que no, incluso la idea me revolvió el estómago, pero volví a asentir. Estaba segura de que ella no había comido nada todo ese tiempo allí sentada.
—Iré a asearme mientras tanto.
—¿Te sientes bien?
—Siento molestia en las piernas, pero estoy perfectamente —respondí. No estaba alejado de la realidad, pero consideré que sería lo mejor no comentar mi estado de ánimo en ese momento. Lena contempló mis piernas unos segundos pero se retiró de todas maneras. Esa mirada que se cuestionó más de una cosa me generó curiosidad pero no quería agobiarla con preguntas apenas despertar. Entonces lo dejé pasar.

Un momento más tarde al salir del baño me dije a mí misma que me sentía bien y que todo estaba bajo control. Me aseguré que el dolor en los músculos pasaría pronto, junto a las náuseas que permanecieron incluso después de vomitar minutos atrás. No era gran cosa. Por nada tenía que darle más lugar a lo sentía, por muy real que fuera.

Así que respiré las veces que lo necesité, llenando mis pulmones de aire nuevo para poder verla a ella y actuar como alguien normal.

Lena estaba en la cocina con un delantal gracioso haciendo muecas a un libro grande sobre la mesa. Tenía el cabello atado en una cola desprolija y sus brazos descubiertos al tener las mangas de la camiseta levantadas hasta el codo. Sonreí a medida que mi corazón débil se calentaba.

My Yellow Sun; Supercorp.Where stories live. Discover now