81. Tú eres mi buen hábito.

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—Sage. Sage, por favor, espera.

Era la primera vez que la veía tan afectada. Llorando, evitándome... Era extraño y algo en la oficina de Lena lo había desencadenado. No me había atrevido a escuchar, estaba intentando dejar de lado ese tonto poder para cuando fuese necesario. Pero resulta que ahora me estaba arrepintiendo un poco. ¿Acaso Lena la había despedido? ¿Qué le había hecho para dejarla así?

Sage entró al cuarto de impresión y se dejó caer en un banco, manteniendo en todo momento una carpeta que había llevado a la oficina de la jefa pegada al pecho. Atenta a su posible reacción me acerqué lentamente y me arrodillé frente a ella.

—¿Quieres contarme qué pasó?

Su mirada enrojecida y cristalizada vaciló un segundo en el suelo hasta que me miró a los ojos.

—Solo fue una equivocación en la impresión. No revisé bien y... Fui muy torpe.
—¿Estás bien? —Sage asintió. Las comisuras de sus labios se elevaron un poco, forzando una débil sonrisa. Acaricié su mejilla y limpié las lágrimas—. Solo fue un error, todos cometemos errores. Pero no implica que te traten así.
—Kara, no te preocupes. Estoy bien ¿de acuerdo? Solo me afectaron un poco las palabras de Lena, debí saberlo antes de darle los artículos equivocados.

Iba a preguntar una tontería, algo que fugazmente apareció en mi mente, pero no quería hacerla sentir peor. En cambio me puse de pie y le extendí la mano.

Una vez se puso de pie evité interesarme por el contenido de la carpeta. Algo allí había hecho que Lena dijera cosas no muy amables, cosas que la hicieron sentir tan mal que apenas podía mirarme. Aún así, me pareció una estupidez. No tenía derecho a tratarla de ese modo.

—¿Te encuentras mejor?
—Solo porque estás aquí —su tono era tímido y las ganas de besarla me nublaron la mente. Pero no aún. No cuando estaba tan frágil y mal. Fue así que la abracé con toda la fuerza que podía permitirme y sus propios brazos me apretaron más contra su cuerpo. Odiaba verla así y más me enfurecía que la razón fuera mi ex—. Deberías volver a tu escritorio, Kara.
—No voy a dejarte sola.

Me sonrió, esta vez en grande y real, se secó las mejillas húmedas y despacio podía percibir como se recuperaba a sí misma.

—No quiero que te echen la bronca a ti también —murmuró medio riendo, pero no llegó a hacerme gracia y supongo que lo notó porque apoyó una mano en mi barbilla y miró directo a mis ojos—. Estoy bien ¿si? Por favor solo ve, no me lo perdonaría si tienes problemas por mi culpa.

Suspiré pesadamente y a regañadientes asentí, no muy contenta con la idea de dejarla sola pero tal vez era lo mejor.

—Me escribes si necesitas algo, ¿si? ¿Quieres ir a algún lugar después de salir de aquí?
—¿Acaso me estás invitando a una cita? —dijo levantando una ceja. Sentí que cierto calor me subía a las mejillas y me apresuré a caminar hasta la puerta.
—Solo si la aceptas tal vez lo sea.

Me quedé con la sonrisa de Sage en la cabeza después de salir del cuarto y una sensación cálida en el pecho. Lena no podía tratarla así por un tonto error. La adrenalina me subió de pronto porque quise ir hasta la oficina y confrontarla. Pero ella ya no estaba y en cambio era Sam la que ocupaba su lugar.

Decidí que lo mejor sería quedarme a terminar mi trabajo, quizás hasta podría salir antes y planear algo para Sage. Pero cuando fue la hora de salir mi mente quedó en blanco. ¿Qué podía ser de su agrado? Ya habíamos salido demasiado al cine las últimas semanas, cenado comida rápida en su auto frente a la bahía y hecho otras cuántas tonterías como bailar en su bar o verla emborracharse en plena madrugada de fin de semana. Todo dentro de lo... Amistoso.

My Yellow Sun; Supercorp.Where stories live. Discover now