29.

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El cuerpo de Lena comenzó a rozar el mío y de inmediato supe que estaba anhelando esa cercanía. Cuando alejó la mano de mi estómago extrañé las caricias de sus dedos pero pronto las tenía apretando los lados de mi cintura, apretaba y tocaba mis caderas de una manera calculada, como si estuviera reteniéndose a ella misma de ir más hacia abajo.

—Sabes qué es lo que quiero, Lena.
—Ah, nunca podría adivinar —contestó con voz ronca. —¿Qué deseas, Kara? ¿Qué te nubla los sentidos y controla tus terminaciones nerviosas?

Mientras decía eso presionaba más mis caderas y de vez en cuando sus pulgares rozaban apenas mi estómago, provocando que yo me inclinara más hacia ella en busca de su tacto.

—Tú —sus ojos se entrecerraron entretenidos, podía vislumbrar en su mirada que tenía tantas ganas de esto como yo. —Tú nublas mis sentidos.
—Estás jugando con fuego.
—Si me sigues tocando así serás tú la que se quemará —le sonreí triunfal pero perdí la noción de donde estaba cuando se inclinó hasta mi cuello, por debajo de mi oreja, pero no habló. Solo permaneció respirando despacio en mi piel, motivando a todo mi interior a calentarse. —Dime, Lena, ¿tú qué deseas?
—¿Acaso no es obvio, Kara? —susurró en mi cuello. Me permití sonreír ante la sensación de tenerla ahí, tan cerca de mí. Pero no fue lo único. Antes de que me diera cuenta estaba mordisqueando mi piel con interés, pequeñas mordidas que apenas eran cosquillas para mí pero que sin embargo me habían hecho dejar ir un suspiro. —¿Por qué jamás has visto que tengo ganas de ti?

Cuando su boca se alejó de mi cuello abrí los ojos y me encontré con los suyos, intensos y verdes, mirándome como nadie lo había hecho nunca.

—Tú nunca... —las agallas que me habían poseído anteriormente poco a poco se disipaban para dar lugar a una emoción diferente.
—No. Nunca lo dije. ¿Por qué lo haría? Estuviste siempre tan empeñada en querer ser mi amiga que la sola idea de confesarte que...
—¿El qué, Lena? —fue un silencio que se sintió como si hubieran pasado horas. Me observaba con fijeza pero yo solo esperaba pacientemente a que hablara. Claro que no había tenido en cuenta que seguíamos en el baño, Lena a centímetros de mi rostro y una situación bastante singular. Al abrirse la puerta de par en par y encontrarme con la mirada de sorpresa de Maggie quise primero matarla, y segundo, perderme en el espacio profundo y no volver a este momento jamás. Lena apretó la mandíbula y apartó la cara, para después fulminar a Maggie con la mirada. No tardó mucho en separarse de mí y salir por la puerta. ¿Qué diantres había pasado?

—Oh, ahí est... Eh.
—Recuerdame asesinarte mañana a primera hora.

Aproveché el desconcierto de Maggie y me fui del baño hasta a mi cuarto. Por supuesto que me seguiría, Maggie no se dejaba nada atrás. Una vez cerró la puerta y se giró a verme me llevé una mano a la cara.

—¡Kara!
—Por favor no hables.
—Pero... Pero tú y... ¡Tú y Lena!
—No hay ningún Lena y yo —murmuré viendo los medicamentos puestos en orden. Examiné uno de los brebajes y en silencio los maldecí uno por uno. Malditas también mis hormonas. Me senté en la cama y Maggie hizo lo mismo frente a mí con gran confusión.
—Kara, no te atrevas a negar lo que acabo de ver. Estaban a punto de...
—Sí, bueno, creo que alguien se apareció. Cosas del destino, ¿no?
—Hablo en serio, ¿bien? ¿Qué demonios pasó entre ustedes? Por favor cuéntame —estiró la última e y puse los ojos en blanco. Apenas podía pensar con claridad en lo que había ocurrido y eso que habían pasado apenas minutos.
—Todo comenzó con esos estúpidos medicamentos —señalé la mesa de noche y Maggie asintió. —Algo en esas cosas alteró considerablemente mis hormonas, no me veas así, tú no puedes tomarlas. Pasé por alto los consejos de mi madre y olvidé por completo el efecto que traen cuando Lena llegó.
—¿Tuvieron el sexo de sus vidas? —inquirió con ojos brillosos, esperanzados.
—¿Qué? No, Maggie, calla. Comencé a sentir calor y creo que mi salvaje interna tomó el control. Las cosas que le decía a Lena y... Como sea, estaba un poco mucho alterada. Después de unas horas no paraba de decirle cosas bastante extrañas y en cierto momento dado terminé con ella en el baño para que me muestre su jabón.

My Yellow Sun; Supercorp.Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora