80. Sobre búsquedas y la dura verdad.

8.3K 925 291
                                    

Kara.

—Tienes dos artículos que terminar —le murmuré al teléfono-, más otro que entregar en dos horas y pierdes el tiempo conmigo.
—¿Te estás preocupando por mi empleo, Danvers?

Casi podía advertir la sonrisa de Sage al otro lado de la línea pero reprimí las ganas de girarme para verla.

—Me preocupas tú. Te esfuerzas mucho para mantener el bar y venir a trabajar aquí.
—No me importa esforzarme un poco más por lo que me gusta —sabía que ya no se refería al empleo. La escuché suspirar exageradamente y siguió—. Me muero por invitarte a salir pero solo por esta vez dejaré de ser la pesada chica de la oficina que constantemente te molesta para que aceptes una cita.
—Nunca me has molestado y lo sabes. Me divierto bastante contigo.
—Pero...
—Pero te llevarás una sorpresa al final del día así que mantente alerta —finalicé reprimiendo una sonrisa—. Ahora colgaré y volveremos a trabajar como las profesionales que somos.

Finalicé la llamada antes de que dijera nada más y con una tonta sensación continué con mi artículo, aunque dejar de pensar en ella fue difícil. No había pasado nada entre nosotras. Solo salíamos de tanto en tanto y los últimos días no dejábamos de hablar por teléfono o mediante mensajes, pero estaba en verdad interesada en ella. Me hacía olvidar de todo lo demás cuando estábamos cerca y era un milagro que no se hubiera aburrido ya de mí.

Había algo entre nosotras que no podía explicar del todo. Sus tontas indirectas más de una vez me habían hecho querer besarla he de admitir, apostaría cualquier cosa que ese era su objetivo de todas maneras. Pero nuestra relación amistosa también comenzó a escalar en silencio. No podía ignorar cómo miraba mis labios si hacía de cuenta que no prestaba atención, o la boba forma de sonreírme y acercarse tanto a mí. Era algo que calentaba mi corazón, de a poco claro, pero me gustaba. Me gustaba tener su atención, ser interesante para alguien, poder sentirme más libre. Poder olvidar. Sage cumplía todas mis expectativas.

Treinta minutos después estaba casi terminando mi investigación cuando llegó mi receso para el almuerzo. Y es que esta vez sí que estaba muriendo de hambre. Por lo general sobrevivía un poco hasta la tarde pero puede que tuviera algo que ver el hecho de no comer durante un día entero. Ayer, domingo, había tenido un día lleno de acción como Supergirl. Acción a lo grande.

Volé hacia más de cincuenta ciudades durante todo el día. Viendo lo que podía hacer para ayudar, haciendo un poco más de lo que no podía durante la semana. Fue todo bastante intenso y debido a eso olvidé por completo, y extrañamente, mi hambre.

Muchos nos dirigimos a la sala de descanso. Cuando llegué no reparé en nadie más y me dirigí a la máquina expendedora. Un error bastante estúpido. Si hubiera levantado la vista hacia la izquierda habría visto a mi ex bebiendo una lata de soda con Sam a su lado.

Cuando tuve el sándwich en la mano de repente no sentí más ganas de comer, al menos no cerca de ellas. Estaba dándome la vuelta para salir cuando Ariel -¡la oportuna Ariel!- salió de la nada y me tomó del brazo. Me llevó sin siquiera darme tiempo a protestar a una de las mesas desocupadas y sin saber cómo demonios había acabado ahí me senté con ella. La sala podía ser muy grande pero la presencia de Lena era más que poderosa.

—¿Cómo te va en tu tercer semana? —dijo Ariel sacándome de mi ensimismamiento.
—Uh... Bastante bien, creo que ahora es mucho más fácil.

Mi oído comenzó a escuchar cosas que no debía y para cuando quise detenerme la voz de Lena me lo impidió.

—Es dinero que no necesito.
—No es el dinero lo que importa. Solo me da curiosidad saber porqué quieres hacer esto. No pensé que...
—¿Me interesaba encontrar la cura del cáncer? —oír eso me puso en tal estado de sorpresa que esperé que no estuvieran mirando en mi dirección. Mordí mi sándwich haciendo de cuenta que escuchaba a Ariel y Sam habló.
—Sé que has invertido en muchos hospitales, no me sorprende, ¿pero qué te ha motivado?

My Yellow Sun; Supercorp.Where stories live. Discover now