14.

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Pasé media película viendo la pantalla en movimiento, las voces hablar y la mente flotando en otra parte. En algún momento Lena había ido por su cuenta en busca de algo para comer y había vuelto abarrotada de cosas que no sabía que existían en nuestra heladera. Sin embargo la mayor parte de la comida chatarra que había por toda la cama la acabé yo y Lena apenas comió una barra de cereal o dos.

La película era buena en verdad pero no podía concentrarme mientras Lena respiraba justo en mi oreja. Ni hablar de cuando hablaba o hacía un comentario; provocaba cosquillas en mi piel y una bola enorme de ansiedad me crecía en el estómago. Nunca había aprendido cómo actuar cerca de una chica y sobretodo, una chica como Lena. Ella era intimidante aunque no lo intentara, hermosa y a la vez inteligente. Contaba con una presencia llamativa. Era el tipo de persona a la que mirarías dos veces en la calle solo por el placer de apreciarla una vez más. Pero yo sabía que Lena no era solo apariencias, tenía una personalidad mucho más cautivante. Cualquiera que hablara con ella más de diez minutos lo sabría.

Todas esas cosas pensaba cuando fingía ver la película hasta que tuve que ponerme un alto y dejar de pensar en todo lo que Lena Luthor significaba.

—Recuerdame nunca interactuar con alienígenas de ese tipo —dijo Lena estirando los brazos mientras yo apagaba la portátil.
—Dudo que existan cosas así en el universo.
—No lo sabes. Quizás haya un extraterrestre que come personas hiper mutante esperando a devorar todos tus órganos.
—¿Sí? ¿Qué dices de los depredadores que ya existen aquí? ¿Qué pasa con los leones o... o los osos?
Pareció una pregunta digna de pensar porque se tomó su tiempo para responder.
—Los leones solo son gatos incomprendidos.
—Gatos que podrían arrancarte el brazo de una mordida.
—Sí, bueno... Deben comer, ¿no?

Sonrió frente a mi confusión y le saqué la lengua cuando me tiró en la cara una de los almohadones. Se convirtió en una lucha de almohadas y risas. Esta Lena era la que valía la pena conocer. A ella.
Cuando nos detuvimos Lena ya se había levantado de la cama y estaba de espaldas a mí, revisando un libro de su estantería.

—Hoy cuando me viste... Venía de ir a buscar empleo —se giró cerrando la tapa pero marcando alguna parte con el dedo índice—. Lo conseguí. Fue bastante... Bueno, no me lo esperaba para nada pero me lo dieron al instante.
—¿De verdad? —me obligué a levantarme de la cama y asentí—. Eso es bueno. Felicidades. Debe de haber sido por tu rostro angelical.
—¿Angelical?
—Ajá, ¿pero eres realmente un ángel? —alzó una ceja y me di cuenta de que se estaba burlando de mí. Vaya, asi que le gusta jugar.
—Depende la manera en que preguntes.

Sé que fue ese momento el que alteró las cosas, lo que cambió la manera en que la veía y mi forma de comportarme. Fue como Lena guardó silencio pero expresando en su mirada algo feroz que no podía dejar salir. Lena tenía ese algo en su interior que era salvaje y animal. Fue eso mismo quizás lo que la hizo dejar la cáscara en la que guardaba las emociones, lo que hizo que dijera las palabras que me iban a atormentar luego.

—¿Eres un ángel en la cama, Kara?

Maldita.

Bien. Cuánta elocuencia que lo único que nos separase fuera una cama. Esa era ella detrás de todo lo que cargaba. La que dejaba la tristeza para tener diversión en los ojos. Pese al tono inocente que usó a propósito yo no le daría el gusto. Bienvenido sea el arrebato de estupidez.

—Hay una cama de por medio, ¿quieres descubrirlo por ti misma?

La sorpresa se mezcló con una sonrisa y supe que había ganado cuando bajó la vista al suelo. ¿Acaso la había puesto nerviosa? ¡JA, JA! ¡Jaque mate, Lena!

Sí, todo festejo llega a su fin y el mío acabó al instante en que Lena rodeó la cama y comenzó a acercarse. Se paró justo en frente de mí. Justo. En. Frente. Por instinto terminé con las manos en el escritorio detrás de mí, como si aquello fuera a darme fuerzas místicas para enfrentar a la mujer que tenía delante.
—Kara... Kara.
Lena se acercó más, todavía el libro en mano y una mirada sin expresión. ¿Qué se supone que estaba haciendo? El silencio era total y en su cuarto no corría gota de aire cuando dió un último paso y sus brazos me rodearon. Me tomó un tiempo considerable darme cuenta de la situación.
Lena me estaba abrazando. Lena. La que no toleraba que la tocaran. Era más de lo que me podía haber imaginado nunca. No era un abrazo común, era el abrazo y era suyo.
Los dos brazos me sostenían con fuerza en el momento en que yo también la abracé. Sentí el ligero temblor cuando la toqué, como si no estuviera acostumbrabada, su respiración lenta en un lado de mi cuello y su aliento cálido. Tenía un aroma particular, descubrí, no llegaba a darme cuenta si era un perfume que desconocía o su olor natural.

My Yellow Sun; Supercorp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora