4 El viejo truco de las tripas

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-Vaya... ¿Qué voy a hacer contigo, Ally?

Ahí estábamos Gabriel y yo, en la misma casa rodante con Negan de compañía. Supongo que algo tenía que salir mal, y justamente me debía de tocar la desgracia a mi.

-Deberías dejarme ir o... Dejarme ir.

Él se rió. Aún se escuchaban los gruñidos de los apestosos caminantes que seguían afuera, esperando a que sólo uno de nosotros saliera del escondite para ser devorado. Quizás ya no había tantos, talvez podíamos escapar sin problema alguno, solo teníamos que lidiar con unos de ellos. Pero en ese momento el mayor inconveniente no eran los putrefactos caminantes, si no Negan vigilandonos como si fuéramos una deliciosa presa.

-¡Cielos chica! Tienes un gran sentido del humor.

-Me lo dicen seguido - le sonreí con sarcasmo y crucé mis brazos.

Gabriel se me acercó lentamente, como si no quisiera que Negan observara sus delicados movimientos.

-Allyson, creo que no es muy favorable hacer comentarios chistosos ahora.

-¡Exacatamente! - rodeé mis ojos -Él si lo entiende. Pero no porque me den la razón voy a dejarlos ir.

Retrocedí unos cuantos pasos, y con mucho cuidado comencé a deslizar mi brazo a través de mi espalda con la intención de sacar mi arma de su funda sin que Negan se diera cuenta de lo que hacía; pero al parecer la oscuridad del lugar no me fue suficiente, ya que en un de repente sentí como Negan se lanzó sobre mi tirándome al suelo. Al golpearme la cabeza contra este él aprovechó para quitarme el arma de las manos.

-Déjala en paz.

El padre Gabriel levantó su arma hacia Negan. Por su parte me apuntó con mi propia pistola directo a la cabeza e hizo que me pusiera en pie nuevamente; y para cuando lo hice presionó ferozmente el arma contra una de mis sienes. Cerré los ojos por instinto y traté de relajarme lo más posible.

Pude haberlo matado. Pude haber matado a Negan en ese preciso momento, solamente había tenido que sacar mi pistola con rapidez y sin ningún rodeo, apuntarle a la cabeza y jalar el gatillo de una maldita vez, pero como siempre, nunca pensé las cosas antes de actuar.

Idiota.

-Solo dame el arma - sugirió -No querrás verla tirada en el suelo derramando litros de sangre.

Gabriel lo dudo un par de segundos, pero cuando me miró traté de decirle con la mirada que lo hiciera.

-Dásela - sonaba como una persona valiente y segura de mi misma, pero en mi interior estaba más que aterrada por lo que podía pasar.

Obedeció a mi indicación. Estiró el brazo con nerviosismo y le tendió el arma, Negan la tomó en un ágil movimiento y me soltó de inmediato. Me separé de él al igual que Gabriel. Recargué todo mi peso en una de las paredes y me deslicé hasta toparme con el suelo; Gabriel imitó mi acción y se sentó a un lado de mi. Estaba claro que Negan no iba a hacernos daño, porque a pesar de que nos tenía en frente su cerebro se preocupaba más por los caminantes que se encontraba afuera tratando de entrar para arrancarnos la piel sin remordimiento.

Nos mantuvimos unos instantes sin pronunciar una palabra, pero claro que a Negan se le ocurrió abrir la boca.

-Su amigo Rick es un imbécil... Ustedes son unos imbéciles.

Las gotas de sudor se resbalaban por mi frente, haciéndome creer que seguía tan pálida como me lo había dicho Gabriel minutos atrás. No sabía por qué, pero me sentía como si un camión hubiera pasado por encima mío. Estaba exhausta y abatida, sin fuerzas y con una sensación horrible en el estómago.

No me abandones: El final se acercaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt