63 Sangre inservible

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-Simplemente no hables - le indiqué en susurros -, ni descubras tu rostro en ningún momento.

-Sería algo tonto hacerlo.

Reí un poco.

Con la mano de Carl apretando mi brazo, caminamos por el largo y ancho pasillo en dirección al salón de análisis. A pocos centímetros de llegar, le obligué a Carl a detenerse.

-Quédate aquí - le dije, mirando a todos lados. Luego centré toda mi atención en la puerta de la habitación a la que necesitaba entrar -. Si alguien te ve solo actúa como si trabajaras aquí.

Asintió con la cabeza y soltó mi brazo, dándome la oportunidad de poder moverme libremente. Desabroché mi abrigo para sacar los resultados falsos sin dejar de avanzar hacia la puerta frente a mis ojos. Una vez que llegué a esta, giré la perrilla lentamente y abrí solo un poco para mirar el interior de la habitación. Después de asegurarme de que no había nadie, entré. De inmediato, me ví rodeada de cientos de carpetas amarillentas clasificadas en cajones que se encontraban entreabiertos; algunas estaban llenas de polvo, aparentando tener años ahí guardadas, y otras más nuevas sin ni una sola arruga que opacara su aspecto. Por otro lado, en las mesas de metal, había tazas medidoras, tubos de ensayo, embudos, lapiceras lanzadas por ahí con descuido... Solo un montón de cosas que son necesarias en cualquier laboratorio.

Comencé a buscar entre los cajones las carpetas que tuvieran cada uno de los nombres de Rick, Michonne y los demás que, al igual que yo, habían sido llevados al laboratorio para ser revisados. No encontré nada por más que busqué, no hasta que me di cuenta de que los análisis de la sangre de mis compañeros descansaban sobre una de las mesas. Me acerqué a esta y dejé la carpeta que llevaba conmigo debajo de todos los otros resultados sin rodeos. Con mi objetivo cumplido, di media vuelta para largarme de ese sitio. Corrí hasta la salida, pero justo antes de abrir la puerta, escuché la voz de un hombre que provenía desde afuera. Di tres pasos en reversa y miré por la ventana.

Era Chad, uno de los científicos que estuvo con nosotros cuando llegamos al laboratorio. No sé cómo, pero pude reconocerlo. Se acercó a Carl con un rostro serio.

-Oye, hombre - exclamó -. ¿Qué haces aquí? Madi nos quiere a todos en la sala de reuniones, mejor vete ya. Yo iré por los resultados.

Sin nada que hacer o decir, Carl se vio obligado a dar la vuelta y caminar por los pasillos en busca de la sala antes mencionada. Mientras se alejaba constantemente, volteó a sus espaldas y me miró desde la lejanía.

Tragué saliva con dificultad al ver que Chad caminó apresurado hasta la misma habitación en la que yo estaba.

Entré en pánico. Moví la cabeza hacia todos los ángulos, en busca de algún escondite. No encontré ningún espacio en el que pudiera ocultarme, así que una idea me llegó de repente: montar una escena. Corrí al lavabo y me cubrí ambas manos con agua; con estas froté mis ojos, mojandolos de un poco de agua al igual que mis mejillas. Al instante en el que la perilla comenzó a moverse, me tiré al suelo y abracé mis piernas contra mi pecho, sollozando con falsedad. Entonces Chad entró, tomó las carpetas y se percató de mi presencia segundos después.

-¿Hola? Disculpa, ¿qué haces aquí? - preguntó.

Alcé la vista y sequé mis "lágrimas".

-Yo... Me revisaron hace unos minutos y me pidieron que esperara aquí - dije desganada y con voz apagada.

-¿Quién hizo tu revisión?

-Jacob - mentí. Él suspiró frustrado.

-Ese hombre olvida todo - se me acercó y tendió su mano derecha para ayudar a levantarme -. ¿Te colocó el sello o no?

No me abandones: El final se acercaWhere stories live. Discover now