94 Cuidado con el líder de los susurradores

295 29 11
                                    

Quizás Carl se había quedado con Lydia; quizás se había ido a continuar con sus actividades dentro Alexandria luego de haber recortado sus horas de castigo. No tenía idea de qué hizo luego de ese desacuerdo. Lo que sí era seguro, es que no fue detrás de mí, ni yo regresé con él para arreglar la situación.

Estaba molesta, ¿cómo no estarlo? Usó el nombre de Erik en contra mía, sin imaginarse cuánto dolor pudo causarme.

Entré a mi residencia, tratando de actuar como si nada hubiese pasado, como si en realidad no me encontrara con el corazón estrujado y el rostro entristecido, pero a la vez malhumorado.

Cerré la puerta detrás de mí y, al elevar la vista al frente, me encontré con Leila y Alan de brazos cruzados, guardando distancia de Negan, quién se encontraba sentado sobre el sofá con hombros caídos.

—¿Qué significa esto?

Leila pidió una explicación.

Me restregué las manos en el rostro, estresada por todos los problemas juntos que se me iban encima sin piedad alguna.

—Oigan, chicos, no me hagan discutir sobre esto — supliqué, con una mano en la frente —. Solo quiero descansar.

—Allyson, no puedo creer que metieras a Negan en nuestra casa. Sabes bien que no lo quiero aquí.

Me ignoró por completo para así seguir expresando sus incomodidades, antes que cualquier otra cosa.

—Sí, Ally, hagamos caso a lo que esta desesperada señorita dice. No vaya a hacer un huelga si no obedecemos sus órdenes — habló Negan, burlándose del rudo temperamento de la rubia.

Leila le miró de reojo, infeliz de escucharlo pronunciar esas palabras.

—Agradecería que no hablaras.

Aquello, fue más una orden.

—Pero no puedo hacerlo. Mi naturaleza es decir todo lo que pienso sin importar qué.

Negan podía llegar a ser odioso, lo admitía. Le gustaba comentar en voz alta lo que rondaba por su mente, exactamente en los momentos menos indicados. Y sabía a la perfección que lo hacía con el objetivo de hacer enloquecer a las personas.

—Ah, parece que coincidimos en algo. Yo también digo lo que pienso sin importar qué — se acercó a Negan amenazante —. Así que voy a decir lo que opino sobre ti — tomó aire, mirándole a los ojos con labios apretados —. No eres nada más que un asqueroso hombre prepotente que lo único que sabe hacer es mentir, destrozar y matar. Siento lástima por ti.

—Y tú, pequeña rubia, eres una mujer bastante ilusa, o quizás simplemente cobarde.

Leila alzó una de sus manos queriendo seguir reclamando, pero lo que se lo impidió fue Alan, quién la apartó lejos de Negan casi al instante.

—Ya Leila, déjalo así.

—Solo estoy jugando, rubia — expresó Negan. Después puso los ojos en mí con una sonrisa —. Tu amiga sí que me agrada.

Ignoré aquello para dar solución al problema.

—Escuchenme. Rick ha tomado una decisión. Negan no es más un prisionero y ahora merece estar entre nosostros. Tendrá un lugar dónde dormir; nos acompañará en el gran comedor; se le asignará un horario para sus tareas de la semana — expliqué, tratando de hacerlos entender la situación —. Él ya no es como ustedes creen, lo prometo. Solo...

—Que se quede — interrumpió Leila de brazos cruzados.

Alcé las cejas.

—¿De verdad? — pregunté, incrédula ante su repentino cambio de decisión.

No me abandones: El final se acercaWhere stories live. Discover now