🌺Tercera y última parte🌺
EDITANDO
La guerra contra Negan está por comenzar, y todos ya están listos para eso. Pero... ¿Qué es lo que sucederá? ¿Podrán librarse de los Salvadores?
Morirán muchas personas, eso lo tienen muy claro. Aún así, van a arr...
Y bueno. ¿Recuerdan la pregunta del capítulo anterior? Pues está respuesta me dejó impactada. Es tan cierta que me dan ganas de compartirla en todas las redes.
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Aquella noche no me quedó más opción que dormir sola. Tuve toda la cama para mí pero, siendo sincera, me hizo mucha falta la compañía de Erik a un lado mío. En ningún momento me moví del espacio en el que siempre dormía, en caso de que Erik se arrepintiera y decidiera regresar a la habitación a descansar durante lo que restaba de la noche conmigo... No ocurrió, y eso solo me partió el alma.
Al amanecer, fui la primera en despertar. O al menos eso creía, pues no escuché ningún movimiento por parte de Alan, Gill o Leila. No menciono a Erik porque no sabía qué había sido de él luego de marcharse de la habitación.
Me vestí como cualquier otro día normal, bajé al primer piso sin hacer tanto ruido, y lo primero que ví fue que en uno de los sofás había una almohada, ropa y una pequeña frazada. Sin rastros de Erik, pero ya sabía dónde es que pasó la noche.
Suspiré y me apresuré en salir de la casa con la pistola en mis manos.
Afuera, las pocas personas que se encontraban activas me saludaban desde lejos con un ademán o incluso me gritaban un "¡Hola!" y con ello un "buenos días, Ally". Así eran mis mañanas, siempre recibiendo las buenas vibras de los otros. Pero ese día, a pesar de todos esos saludos cariñosos, aún me seguía haciendo falta el "despierta bella durmiente" que Erik me regalaba en cuanto el sol aparecía.
Lo estuve buscando mientras caminaba con pasos lentos a la torre de vigilancia... Nada. No se dignó en hacer su aparición y sentía que no deseaba hacerlo luego de la plática que tuvimos la noche anterior.
Tuve que dejar aquello de un lado y subí a la torre de vigilancia. Ahí se encontraba Gill, sentada en un pequeño banco de madera con su vista clavada en las afueras de Hilltop en busca de alguna amenaza. Me pareció extraño no haber visto a Kal en ese puesto, vigilando como todos los días. Acostumbraba verlo con la misma arma que siempre portaba, caminando de un lado a otro sin despejar un solo ojo de entre los árboles del bosque.
Gill me dió la bienvenida a mi tarea asignada de ese día con una leve sonrisa.
—¿Activandote desde temprano? — me preguntó.
Tomé asiento a su lado.
—Ya lo creo — contesté —. Creí que seguías dormida al igual que Leila y Alan.
—No podía dormir. Desperté quizás dos horas antes de que amaneciera y decidí venir para acá... Además, durante la noche escuché a Leila quejándose de Alan por quién sabe qué cosa.