21 Honor (Parte 2)

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El dolor en mi corazón aún seguía, y la noche cada vez se hacía más eterna. La preocupación crecía dentro de mi cada que Carl cerraba su único ojo y se mantenía así durante varios minutos, porque pensaba que cuando los volviera a abrir lo vería convertido en uno de ellos, un caminante que buscaba morderme.

Su mano estaba sobre la mía, pero por más que él quisiera apretarla no lo lograba. Las fuerzas que él tenía para hacer un movimiento tan simple como ese se habían esfumado. Sin embargo, yo me atreví a apretar la suya con delicadeza, y él me dedicó una pequeña pero sincera sonrisa.

—No quiero que estés triste después de esto — me dijo.

—Carl.

—Ni enfadada...

Moví la cabeza indiferente de lado a lado.

¿Cómo podía hacer eso? ¿Cómo podría sentirme bien luego de ver a Carl morir de esa forma? Lo que estaba pidiéndome era prácticamente imposible para mí. Carl era una de las pocas cosas valiosas que tenía, se convirtió en mi motor para seguir adelante, por muchas peleas que tuviéramos. Perderlo solo haría que ese motor se debilitara con el paso del tiempo. Y es que Carl, en su lecho de muerte, provocaba que cualquier fuerza que habitara dentro de mí se fuera así sin más. No estaba preparada para aquello, y aunque me hubiera mentalizado todos los días para cuando eso pasara, tampoco me sentiría lista. No puedes estar preparado para la muerte de un ser querido, mucho menos de la persona que se volvió tu razón de vivir.

—Tienes que ser fuerte — prosiguió, poniendo su mano derecha sobre mi mejilla —, por mi padre, por Judith, y por todos los demás.

Apreté los labios.

—No quiero que me dejes sola — respondí con un hilo de voz. Aquellas palabras habían salido de mi boca con tanta dificultad.

—Allyson — exclamó, pero le ignoré —. Allyson — repitió con un tono de voz más alto, haciendo que tuviera que mirarle —. Siempre voy a estar contigo. No necesitas tenerme en carne y hueso para darte cuenta de que estaré presente en cada cosa que hagas. Te cuidaré y amaré, desde allá — con su dedo índice señaló hacia arriba —. Erik te protegerá aquí en vida, sé que lo traerán de regreso. Y por eso, le he dejado la carta, donde claramente le digo que está a cargo de ti... Haz lo que te diga. Es un buen chico, lo sé.

Bajé la mirada instintivamente para comenzar a lloriquear de nuevo, como si de una niña de seis años se tratara.

Los dedos del castaño acariciaron mi rostro, y luego de un rato me di cuenta de que su labio inferior temblaba y las lágrimas amenazaban con salir de su ojo.

—Eres la mejor persona que he conocido...Te amo, Ally.

—Y yo te amo a ti — le contesté —, mucho más de lo que crees.

Incliné todo mi cuerpo hacia adelante con lentitud y lo abracé como me fue posible. Sus brazos me rodearon y de repente sentí que se aferró a mi, apretando mi ropa entre sus dedos mientras aplicaba toda la fuerza que le quedaba, la cual era demasiado escasa.

Deseaba con toda mi alma tener una máquina del tiempo, y así, regresar al pasado para poder evitar que Carl sea mordido; o por lo menos, congelar el tiempo en ese momento exacto y mantenernos abrazados por un largo rato. Pero no había forma de hacer ninguna de las dos opciones, por lo que tenía que aceptar la cruda realidad que me golpeaba en las partes más débiles de mi ser.

Una mano grande y pesada se posó sobre mi, provocando que mi cabeza se girara para mirar a esa persona dueña de aquella mano. No era nadie más que Rick.

—Necesito tu ayuda - comentó con un suspiro incluído.

—¿Con qué? — me atreví a preguntar.

No me abandones: El final se acercaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt