No me abandones: El final se acerca

61 En el ojo de Carl.

Aquella noche fue verdaderamente fría a mí parecer. No sabía exactamente si era obra del clima o simplemente del virus que, a pesar de todo, iba descendiendo poco a poco, gracias a la sangre que Erik me había proporcionado sin pedir nada a cambio. Sin embargo, me sentía mal, hablando de lo físico. La cabeza me daba mil vueltas y mis brazos estaban flácidos, sin una sola gota de fuerza. Lo único que quería era descansar, pero no dentro de una enfermería, recostado en una camilla, con cientos de medicamentos y ese nauseabundo olor a gasas y alcohol rodeandome. No... Lo que en realidad deseaba era estar con Ally, recostado y bien abrigado a su lado durante toda la noche. Me quería aún, y yo también a ella.

Sin más opción, me ví obligado a dormir ahí, junto con las otras personas que resultaron heridas durante el ataque contra los Salvadores, aunque ellos se encontraban en otra habitación. Cerré mi único ojo y traté de no pensar en nada que pudiera mantenerme despierto. Al cabo de unos minutos, me envolví en un mundo de oscuridad, paz y tranquilidad. Esperaba con ansias el amanecer para poder ver a Ally de nuevo.

[...]

Cuando comencé a escuchar algunos gritos a la lejanía, mi cuerpo se sintió en modo de alerta y por lo tanto me hizo despertar sobresaltado. Utilicé ambos brazos para reincorporarme sobre la camilla, y lo primero que hice fue mirar por la ventana. Todo estaba oscuro, ni una sola luz encendida. Pero los gritos incesantes y desgarradores me hacían entender que algo malo sucedía. De momento, quise salir corriendo en busca de Allyson.

Apoyé ambos pies en el suelo, pero al tratar de dar un insignificante paso, caí rendido sobre las rodillas. Mis piernas no lograban responder de la manera adecuada. Estaban como... adormecidas.

—¡Christi! — grité desesperado. Me sostuve de la camilla para intentar levantarme, pero fue en vano — ¡Christi!

Entonces, la camilla se ladeó ante la fuerza que mis brazos aplicaron sobre esta y cayó, provocando un estruendoso sonido que se extendió por toda la habitación.

Tenía que hacer algo. No podía quedarme ahí sin hacer nada. Hice un esfuerzo y me arrastré hacia la puerta. Una vez que estuve frente a ella, apreté el picaporte entre ambas manos y tomé impulso para levantarme. Finalmente lo logré. Antes de poder abrirla, alguien más lo hizo por mí desde el otro lado, haciendo que me tambaleara por un par de segundos y cayera  nuevamente.

Levanté la vista en dirección a aquella persona, esperanzado de que se tratara de Christi o talvez Ally queriendo ayudarme. Pero con quien me encontré no era nadie perteneciente a la comunidad...

Brooke.

—¿Te he dado un empujón? — me miró, mostrándome una sonrisa burlesca.

La había visto hace un par de horas, y la volvía a tener de nuevo frente a mí. Me pregunté cómo es que había logrado entrar a Hilltop, y deduje que quizás la crisis que se estaba viviendo en esos momentos le pudo servir de distracción para poder escabullirse.

Y yo; sin armas, agotado, sintiendo la debilidad recorriendo cada centímetro de mis huesos, no tenía ni la más mínima oportunidad contra ella. Me pareció injusto el hecho de que se aprovechara de mi situación para poder dañarme.

—¿Qué es lo que quieres, Brooke? — apreté los dientes. Pronunciar su nombre me daba asco — Lárgate, dejanos tranquilos.

—Dejarlos tranquilos no está en mis planes, no hasta que acabe con ustedes — me respondió con una mueca de odio —. Ahora, levántate — ordenó. Negué con la cabeza y arrugué la nariz —. ¡Dije que te levantes!

Se inclinó hacia a mí y tomó mi brazo, apretándolo con fuerza. Para hacerme obedecer sin reproches, colocó la pistola que traía sobre mi frente y de inmediato me levanté con un poco de su ayuda. Gruñí. Sabía que ella era capaz de jalar el gatillo sin importar qué, así que no me opuse más. Al estar de pie, me tambaleé adelante y atrás un par de ves hasta recobrar el equilibrio. Los objetos a mi alrededor se movían cuando los miraba por un momento y yo no conseguía comprender qué es lo me que pasaba.