87 Una vida por cientos de otras

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El sol salió por completo para iluminar toda la ciudad de Washington con su resplandor

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El sol salió por completo para iluminar toda la ciudad de Washington con su resplandor.

Tomé el elevador junto a Madi y regresamos a la planta en la que se encontraban los dormitorios. Corrí apresurada hasta la habitación donde estaban los chicos, dejando atrás a Madi. Cuando llegué, abrí la puerta sin siquiera tocar. Ahí estaban todos, incluso Erik. Me miraron con cierto alivio reflejado en sus rostros.

—Allyson, ¿dónde estabas? Nos tenías preocupados.

Carl se acercó con Erik siguiéndole el paso. Leila, Gill, Alan y Ben se mantuvieron sentados sobre dos de las camas.

—Lo siento. Estuve con alguien que por primera vez se alegrarán de ver.

Hablé entre jadeos. Trataba de recuperar el aliento luego de haber corrido un largo tramo sin parar.

—¿Quién?

Preguntaron con impaciencia. La intriga hizo que Alan, Gill y Leila se pusieran de pie para acercarse.

Eché un vistazo al pasillo y, al ver que Madi se aproximaba, me hice a un lado, mirándolos con una sonrisa siniestra.

Madi se posicionó a mi lado derecho, apareciendose frente a mis amigos.

—Muy bien chicos, espero que hayan disfrutado su largo descanso, porque el trabajo comienza justo ahora — se acomodó la bata blanca, haciendo los hombros hacia atrás.

Los seis le sonrieron asombrados de volver a verla luego de su extraña desaparición. A pesar de que no era la mujer más agradable que pudiera existir, ninguno de nosotros podía negar que era parte esencial para mantener bajo control las cosas y obtener una cura.

Nadie encontró palabra alguna para expresarse, así que Madi continuó.

—Hoy es el gran día, muchachos. Quiero que se pongan su bata, desayunen y vayan de inmediato al laboratorio E — ordenó con optimismo —. La última prueba está por realizarse... Podríamos conseguir lo que deseamos.

No me abandones: El final se acercaOnde histórias criam vida. Descubra agora