96 Ella es Alpha

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—Creo que mi fama se ha ido desvaneciendo.

Dejé descansar sobre mí regazo el libro que leía. Mire a Negan, quién se colocaba unas botas negras, alistándose para iniciar con sus labores del día.

—¿Por qué lo dices? — inquirí — ¿Piensas que se han acostumbrado a ti?

Cerré el libro sin antes marcar con algún separador la página en la que había dejado la lectura.

El sofá sobre el cual él dormía estaba envuelto en sábanas y cobijas. Había algo de ropa a un costado de este, doblada con descuido. Parecía ser una habitación diminuta, tan solo ahí, alrededor de aquel mueble.

—Es esa chica rubia que trajeron aquí. Parecen estar preocupados por ella, ¿no?

Me encogí de hombros, indiferente.

—Aún no sabemos qué hacer con Lydia.

—Bueno, si quiere quedarse dejen que lo haga.

Fruncí el ceño en cuánto lo escuché pronunciar aquellas palabras.

¿Ahora Negan estaría a favor de integrarla a la comunidad?

Me hizo pensar en que quizás Carl había charlado con él sobre aquello para convencerlo de eso y así pensar igual, y me provocó un enorme coraje sin estar segura de mi repentina suposición.

Detestaba cómo Lydia era capaz de hacer que sintieran lástima por ella para así recibir ayuda, sin tener que mover un solo dedo. Tan solo le bastaba poner un rostro entristecido y hablar de anécdotas devastadoras.

—¿Cómo podemos integrarla después de lo que pasó?

—Fui a llevarle el desayuno hace unas horas — evadió me pregunta para integrar a la charla su punto de vista —. Se ve que es agradable y, hasta donde yo sé, ella no hizo nada malo, solo tuvo la mala suerte de ser captura en el momento menos indicado.

Se levantó del sofá, soltando un suspiro por el esfuerzo que su cuerpo tuvo que realizar para ponerlo en pie.

Me mantuve inmóvil, con los ojos puestos en mis manos que se encontraban sobre mis muslos. Dejé caer los hombros.

—Su gente... No son gente buena, son gente mala — expresé.

—Y, ¿por qué habrías de perdonarme a mi y no a ella? — cuestionó.

Alcé la cabeza.

Con una simple e insignificante pregunta me dejó sin respuesta que pudiera contradecirle.

Al darse cuenta de que no contestaría a eso, continuó.

—Me perdonaron a mí, después de todo lo que hice, todo lo que destruí, cuánta gente maté. Perdonaste a Erik, sabiendo que venía de un lugar con mala reputación — se acercó, colocándose frente a mí —. ¿Por qué Lydia es diferente? — su tono era suave. No buscaba entrar en debate, solo hacerme razonar — No creo que sea mala, solo se formó en un grupo con malos ideales, justo como él, justo como Erik.

Recordarlo me traía sensaciones inexplicables. Cuando alguien hablaba sobre él me ponía sumamente contenta escuchar las palabras "Erik era un gran chico"; "Erik fue amable, servicial, sabio"; "Erik no se atrevía a juzgar, sino a ayudar". Me conmovía tanto que él pudo irse con dignidad, que fuera recordado por las cosas buenas que hizo en vida, no solo por la comunidad, también por algunas personas, incluyendome.

Para Alexandria, Erik no era un salvador, ese título había quedado muy atrás. Para Alexandria, Erik fue un hombre con bastante gentileza que no merecía morir a temprana edad.

No me abandones: El final se acercaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant