98 Vida de mierda

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Muchas veces cuesta aceptar la realidad. Y en este caso, no quería aceptar que la realidad era que Lydia en verdad era bastante amable con los habitantes de Alexandria, aunque claramente le tomaría tiempo adaptarse por completo.

Pero siempre hay algo que no te agrada de una persona, y lo que me disgustaba de esa chica era que la mayor parte del tiempo traía a Carl detrás de ella. Al amanecer, lo primero que mi compañero de habitación hizo fue preguntar por Lydia para ir a ayudarle con el horario de trabajo que Rick estaba por entregarle.

No había podido tener ni siquiera una corta charla con Carl. Yo no existía para él cuando la susurradora se encontraba cerca. Y sé que suena algo ridículo, pero me dolía que no tuviera tiempo para dedicarme una sonrisa o saludarme desde lejos con la mano, porque claramente estaba ocupándose de Lydia.

-¿Papá no vendrá a comer con nosotras? - preguntó Judith, sentada en el banquillo de la cocina.

Le pasé un plato de fideos y un vaso de agua sabor limón que yo misma preparé con algunos limones que tomé de los huertos.

-Rick tiene muchas cosas por hacer, Jud. Ezequiel le pidió algo de ayuda para la feria y tuvo que ir de inmediato - expliqué, tomando asiento a su lado.

-¿Iremos a la feria?

Sus ojos me miraron con alegría, esperando una respuesta positiva.

-Claro - sonreí -. Mañana estaremos allá.

-Y ¿qué hay en una feria?

-Pues, juegos, puestos de comida, dulces.

-¿Dulces? ¿Juegos? - preguntó con anhelo, cerciorandose de lo que dije - Estoy ansiosa por ir.

Regresó la mirada a su plato y se metió un bocado que tragó con precipitación para poder hablar de nuevo, esta vez dejando de lado en tema de la feria.

-¿Por qué no fuimos hoy al comedor?

Me encogí de hombros.

-No sé. Creo que tenía ganas de preparar algo yo misma.

-Cocinas bastante bien. Me gustan más tus fideos que los que sirven en el comedor.

Es increíble cómo un simple comentario alagador puede alegrarte el día. Las inseguridades sobre cuestiones como "¿Soy buena para esto o en realidad apesto?" se van de inmediato y son reemplazadas por un pensamiento positivo y una sonrisa de satisfacción.

Sí, una niña de casi nueve años me hizo sentir que mis capacidades para cocinar son bien valoradas.

-¡Hola! ¿Cómo está todo por aquí?

Michonne entró a la casa, alborotando en silencio que habitaba en la casa durante esos momentos.

-¡Mamá!

Judith esperó a que se acercara hasta su asiento para darle un abrazo.

-Hola, Ally - me abrazó -. Hace tanto que no hablamos. ¿Irás a la feria mañana?

-Tenlo por seguro - contesté, levantándome de mi silla.

Mi intención era salir de la casa y dejarlas a ambas para que pudieran pasar su rato de madre e hija. Después de todo necesitaba continuar con lo mío.

-Me alegro de oírlo. ¿Cuándo fue la última vez que fuiste a una?

Crucé los brazos, con la vista en el techo.

-Pues... Ya ni siquiera recuerdo con exactitud el olor de las palomitas.

Ella rió con suavidad.

No me abandones: El final se acercaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora