92 La verdad te liberará

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—Alan, ¿qué es lo que pasa?

Sus pasos eran tan apresurados que me costaba seguirle el mismo ritmo, quedándome atrás.

—Parece que la comunidad se ha unido para expresar sus inquietudes acerca de Negan — anunció sin detenerse o voltear a mirarme.

—¿Qué?

No sé por qué de repente imaginé una protesta en la que participaban la mayoría de las personas pertenecientes a Alexandria. Pero no me permití seguir creando ideas en mi cabeza sin antes poder ver lo que en realidad sucedía.

Por el momento, despejé mi mente y simplemente me limité a esperar a que Alan me mostrara lo que estaba generando el descontrol que lo tenía notablemente desesperado.

Me llevó hasta la entrada de Alexandria, donde, desde lo lejos, visualicé a una muchedumbre, gritando infinidad de palabras que eran ininteligibles, pues las voces que opacaban entre sí.

Ahí, frente a toda esa gente se encontraban Carl, Michonne y Judith, queriendo calmar aquel revuelo tan escandaloso, aunque sin éxito.

Fue entonces cuando decidí correr. Me acerqué lo más rápido que pude, dejando a Alan muy atrás. Al llegar, bajé de a poco la velocidad hasta tal punto de poder detenerme justo a un lado de Carl, frente a los habitantes que protestaban con molestia.

—Muy bien, ¡que alguien me diga qué está ocurriendo aquí!

Grité con todas mis fuerzas con el objetivo de que mi voz se propagara a todas las personas así reunidas. Las ruidosas exclamaciones cesaron de repente y varias miradas furiosas se posaron sobre mí con desaprobación.

Al frente estaba un hombre alto y de cuerpo ancho, con la barba larga y llena de canas, al igual que el bigote . Lo había visto un par de veces ayudando en el campo de herrería, y a mi parecer llevaba unos cuarenta años de vida encima. Cabe destacar que yo no convivía demasiado con la gente perteneciente a la comunidad, pues la mayoría eran personas mayores en comparación mía, por lo cual no éramos capaces de relacionarnos o mantener conversaciones largas y amistosas, no como lo hacía con las personas de mi edad. Pero, a pesar de no conocerlos al menos un poco, sabía que existían habitantes prepotentes dentro de la comunidad que siempre querían controlar todo a su antojo, incluso cuando Rick estaba presente. Una de esas personas con mala actitud era Larry, el hombre al frente de la multitud.

Me miraba desafiante, alzando firmemente la cabeza.

—Creo que ambos sabemos lo que sucede, Allyson.

—Parece que alguien está equivocado — hablé, refiriéndome a nadie más que su persona —. Díganme, ¿qué es lo que los tiene tan inquietos?

—¡Negan!

No tardó en responder una voz lejana.

—Esto es lo que pasa, Allyson — dió tres pasos hacia mí —. Esta mañana vimos a Negan cómodamente tomando su desayuno... fuera de su celda y en nuestro comedor — recalcó como el mayor problema.

—Eres muy observador, Larry. Pero Negan no es más un prisionero, ¡y necesito que todos lo sepan!

Miré hacia los habitantes ahí reunidos.

Comenzaron de nuevo con sus palabras de desprecio, dirigidas a mí, a Carl, a Rick, a Negan, a todos quienes estuvieran por encima de ellos.  

Larry alzó una mano sin voltearse, indicando silencio. Un par de segundos y las voces de calmaron por completo.

—Parece que tenemos a alguien que pretende ser el líder — comenté, irónica.

—Sabía que tú tenías qué ver con esto — evadió mi anterior respuesta para continuar con sus caprichos —. Te aprovechas de que Rick te ha dejado a cargo para sacar de su celda a una persona tan peligrosa y despreciable como lo es Negan.

No me abandones: El final se acercaWhere stories live. Discover now