29 "Hola, Ally"

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¿Ya quieren que Carl aparezca de nuevo?




El regreso a Hilltop no fue muy largo. Pero el silencio tan incómodo que se presenciaba dentro del auto si que lo hacía eterno. No sabía si Rick estaba molesto conmigo, con Negan, con él mismo, o simplemente estaba molesto por lo que acababa de suceder. Hay que tener en claro que las cosas suceden. En un mundo así ya nada es como antes; todo cambia de un momento a otro, incluso las personas. Hace años nunca creí que Rick podría convertirse en lo que era ahora: un hombre sin piedad por los demás. Y es lo que me preocupaba. No era capaz de razonar, de comprender lo que pasaba y lo que pasaría si no detenía la guerra haciendo las pases. No logré convencerlo yo, no logró convencerlo Carl ni siquiera en su lecho de muerte. Si su propio hijo no lograba ese objetivo, ¿quién lo haría? Nuestro líder estaba perdiendo en todos los sentidos posibles. Lentamente se iba acabando la humanidad que existía en él, su buen corazón y el deseo de ayudar a otras personas a vivir mejor. ¿Qué le pasaba? Tenía la oportunidad de terminar ese absurdo enfrentamiento frente a sus pies, ofreciendo paz y un lugar en la comunidad para ayudarnos a crear cosechas, casas... Una buena vida. Y lo que me entristecía era que la desaprovechaba de la peor forma posible.

-Estás muy callada - habló Rick finalmente.

Sin dejar de mirar a través de la ventanilla, le respondí.

-Debería de decirte eso a ti - sentí su mirada sobre mi -. ¿Estas molesto conmigo porque no terminé con él cuando pude?

Hubo un audible y largo suspiro de su parte.

-No estoy molesto contigo. A decir verdad, no estoy molesto con nadie. Estoy molesto porque todo lo que sucede es una mierda - aclaró, regresando la vista al frente para evitar algún choque no deseado.

Lo miré por un rato con seriedad y me encogí de hombros.

Delante de nosotros, a unos diez metros de distancia, ya se encontraba Hilltop, sano y salvo. Al ver la comunidad desde mi punto de vista, me temblaron las manos. Luego recordé que ahí dentro se encontraba Carl o vivo... o muerto, y una rara sensación me golpeó en el pecho.

Un hombre llamado Kal, de ojos rasgados, cabello oscuro y piel pálida, estaba sobre la torre de vigilancia con una gran arma entre manos. Su cabeza se movía de un lado a otro en busca de amenazas, y cuando sus ojos captaron el auto en el que veníamos Rick y yo no tardó en avisar a los demás.

-Son ellos. ¡Rick y Ally llegaron! - dió media vuelta antes de continuar - ¡Dejenlos pasar!

En pocos segundos, las puertas se abrieron y nos permitieron pasar al interior de la comunidad que yacía frente a nosotros. Una vez que estuvimos dentro, Rick detuvo el auto y tomó mi hombro con delicadeza.

-Estás nerviosa, y sé por qué. Yo también lo estoy... Solo vayamos a verlo.

Asentí, moviendo ligeramente la cabeza de arriba a abajo. Abrí la puerta y bajé del auto seguido de Rick. El aire chocó contra mi cuerpo, haciéndome sentir un poco tranquila. Por lo menos, me hacía feliz ver que Hilltop seguía igual como la última vez que estuve ahí. Nada malo sucedió mientras estaba en otros lugares. Alexandria había caído, pero Hilltop no; quizás por ahora.

Algunas personas ya rodeaban a Rick, formulando preguntas tales como: "¿Dónde estaban?" "¿Qué hacían afuera?" ¿Encontraron algún salvador?". Él simplemente se alejó de ellos y se encaminó a la enfermería. Le interesaba una sola cosa: ver a su hijo. Lo demás vendría después; las preguntas, los planes, entre otras cosas.

Leila se acercaba a mi desde lo lejos, agitando su mano derecha de un lado a otro en forma de saludo. A pesar de tener muy poco tiempo de conocerla, entendía que ella era una chica muy alegre; pero en este caso, se le notaba triste, cansada, incluso tenía mal aspecto. Llegó y me abrazó con fuerza.

-Lo lamento mucho, Allyson - me dijo -. Lamento lo que ha pasado.

Esa frase que salió de su boca no había sido buena. Para mí era una forma discreta de decirme que Carl ya estaba muerto. Y al pensar en eso, una oleada de sufrimiento me golpeó en el rostro y en el pecho, exactamente en el corazón. Me separé de ella con ojos llorosos.

-Murió... ¿No es verdad?

Leila volteó hacia ambos lados por alguna razón, y luego posó la mirada de nuevo en mi.

-Solo ven conmigo.

Tomó mi mano, llevándome consigo. Pasamos entre varios hombres y mujeres de la comunidad que iban de un lugar a otro, ayudando en las tareas más importantes para mantenerlo todo en pie. En el camino Leila saludó a algunos de ellos como si se trataran de sus amigos de toda la vida. Admiraba la personalidad que tenía para poder socializar con cualquier tipo de persona que se pusiera frente a ella. Llevaba poco tiempo dentro del grupo, sin embargo logró relacionarse con más de la mitad que lo conformaba.

Llegamos a la enfermería y mi amiga se detuvo antes de siquiera tocar la puerta. Se giró para mirar con seriedad.

-No vayas a gritar. ¿Está bien?

Tragué saliva con dificultad. Aún así, a sabiendas de que detrás de esa puerta estaría Carl cubierto con una manta blanca ya sin vida, asentí. Cuando Leila golpeó la puerta con los nudillos tuve que contener las terribles ganas de llorar que me invadieron de repente. Del otro lado, apareció Rick con los ojos algo enrojecidos. Nos lanzó una mirada rápida a las dos y abrió por completo la puerta para dejarnos entrar. Cuando pisé el primer azulejo del interior de la habitación, el corazón me dió un vuelco al ver a Carl tendido en una camilla con la cabeza hacia un lado, impidiéndome ver su rostro. Bajé la cabeza de inmediato y una lágrima recorrió mi mejilla. No podía mirarlo, no de esa forma. Carl estaba...

-Oye, Carl - habló Leila -. Adivina quién llegó.

Fruncí el ceño. Levanté la cabeza y observé a Leila sin comprender. Segundos después, por el rabillo de mi ojos alcancé a ver que el cuerpo de Carl se movía. Moví un poco el cuello para mirar en esa misma dirección. Lo primero que capté, fueron los ojos de Carl bien abiertos, posados solamente sobre mi. Al ver que una sonrisa se formaba lentamente en su rostro, no pude contener ese llanto de alegría que me había estado guardando.

-Hola, Ally - me saludó con cansancio.






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