71 Regla 1°- NO separarse

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—Supongo que es ahí.

Le miré a Rosita.

Luego de haber seguido por unos cuantos minutos las flechas marcadas en los árboles, nos encontramos con un edificio grisáceo. No era ni muy grande, ni muy pequeño, y la pintura exterior que lo cubría se caía de a poco, dándole un toque sombrío y a la vez triste al lugar. Imaginaba que por dentro tampoco se encontraría en tan buenas condiciones. Parecía ser una especie de hotel, o quizás en realidad lo era. El edificio estaba rodeado por un muro de piedra muy bonito que no podía ser opacado ni con la suciedad que llevaba impregnada. Para entrar, debías atravesar un oxidado portón de acero que era vigilado por dos hombres desde dentro que, al igual que nosotros, llevaban armamento colgando de sus hombros, mientras caminaban tranquilamente de un lado a otro. Divisé también una fuente delante de la entrada principal al edificio que había dejado de funcionar hace ya mucho y ahora se encontraba seca y sucia; apostaba que tenía hasta un par de envoltorios que ellos mismos tiraron con descuido dentro de esta.

—Bien — Rick se volteó hacia nosotros —. Esto es lo que haremos. Primero que nada, hay que encargarnos de los guardias — los señaló detrás de sí con su pulgar derecho —. Los muros no son muy altos, podemos treparlos con ayuda. Rosita. Tú y yo saltaremos los muros desde la parte trasera del edificio y nos encargamos de ellos — ella asintió con seriedad, empuñando su arma —. Que Alan y Erik no ayuden a subir y, cuando esté despejado, abriremos el portón para que ustedes entren. ¿Entendido?

Los siete asentimos sin aportar alguna duda hacia el plan de Rick y nos pusimos en marcha.

Rodeamos el muro hasta llegar a la parte trasera de aquella edificación frente a nosotros. Alan y Erik se tomaron de los brazos con firmeza e incitaron a Rick para subir a ellos. El líder se apoyó de los hombros de los dos y, una vez estando ahí arriba, Erik y Carl tomaron impulso durante tres segundos y finalmente lanzaron a Rick hasta la cima del muro, que por cierto no era tan alta. Rosita se aproximó a ellos he hicieron exactamente lo mismo con ella, aunque tuvo que aceptar un poco de la ayuda de Rick para poder llegar hasta arriba. Ambos se miraron entre sí algo agitados y bajaron al otro lado de aquel muro.

—Rick — vociferé con las armas en mis manos —. Voy a lanzarlas.

Esperé una respuesta de su parte para saber si estaba consciente de lo que haría a continuación.

—De acuerdo.

Retrocedí unos cuantos pasos, mirando hacia la cima del muro de piedra. Las hojas secas crujieron debajo de mis zapatos con cada paso que di, sin embargo yo estaba concentrada en analizar la fuerza que debía emplear para que cada una de las armas llegaran a pasar del otro lado. La primera que lancé fue la de Rick, que pasó sin problemas. La de Rosita era más pesada y grande, así que tuve que utilizar más fuerza esta vez. Al lanzarla, el arma chocó ligeramente contra el final del muro, pero a pesar de aquello logró pasar. No escuché que ninguna de estas cayera al suelo, así que era evidente que consiguieron atraparlas con nada más que sus manos.

—Regresen al portón, nosotros vamos a encargarnos de esos hombres — indicó Rick.

Asentimos y nos pusimos en marcha. Caminamos de vuelta a la entrada con pasos lentos y siniestros para evitar que las hojas y rocas provocaran crujidos demasiado fuertes e intensos como para alertar a los guardias detrás del portón. Sí eso ocurría lo más seguro es que el plan daría un giro inesperado. Nada podía salir mal.

Carl se encontraba al frente, guiandonos. Detrás de él estaba yo, y luego me seguían Leila, Erik, Alan y Gill. Los seis con el cuerpo pegado a la pared.

—Aguarden.

Nos detuvimos en seco ante la orden de Carl. El ambiente estaba tranquilo alrededor.

No me abandones: El final se acercaWhere stories live. Discover now