78 Más tarde de lo que parece

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Tal cual decía la carta, salí de mi residencia a media noche para encontrarme con Erik. Tuve que colocarme antes un abrigo, ya que aquella noche era algo fresca. Fui extremadamente cuidadosa al abandonar la casa. Bajé las escaleras con calma, abrí la puerta y la cerré lentamente para evitar hacer sonido alguno y coloqué un letrero de "No molestar. Asuntos privados" en la manija de la puerta que daba a mí habitación, solo para que nadie tocara o husmeara. Lo había hecho especialmente para Leila, así ella sabía que no debía interferir, ya que cuando colocaba aquel letrero hecho a mano significaba que Erik y yo deseábamos no ser interrumpidos. De esa manera ninguno se atrevía a tocar siquiera, lo cual me parecía gracioso.

Caminé por las calles de Alexandria en plena oscuridad, mirando a todos lados con cada paso que daba. En caso de que viera a alguien, tendría que ocultarme. Rick había puesto una regla para las noches, la cual consistía quedarse en casa y no salir más después de la media noche exactamente. Antes de que esa regla existiera, muchos de los jóvenes habitantes de la comunidad disfrutaban de salir y hacer escándalo cuando todos ya dormían. Muchos se quejaron de aquello, así que Rick optó por tomar cartas en el asunto y poner a varios vigilantes que estuvieran al pendiente por las noches. No solo era ese caso; también salían algunas personas a vagar por el bosque completamente solos, y ya habían ocurrido sucesos trágicos. Quién desobedeciera las órdenes de Rick sería castigado. Yo ya había tenido que pasar por aquello unas dos veces. La primera me habían encerrado tres días junto a la celda de Negan; sin comodidades ni nada con lo que pudiera distraerme; tampoco dejaban que nadie entrara a verme. En ocasiones hablaba con Negan, pero era desesperante estar ahí. La segunda vez, me obligaron a limpiar los baños de algunas casas en la comunidad. Fue detestable. Luego de eso aprendí la lección y no volví a romper alguna regla... No hasta ese momento, pero sería cuidadosa y esperaba que Erik también lo fuera.

Visualicé desde lo lejos a Erik recargado en el tronco del grande y viejo árbol, justamente como me lo indicó en la carta. Él también llevaba un abrigo esa noche. Tenía las manos dentro de los bolsillos, y su mirada estaba fija en el puente. En alguno momentos volteaba a los lados para cerciorarse de que ningún vigilante se encontraba cerca como para poder verlo. A pesar de eso aún no me había visto.

Me acerqué por detrás con sigilo.

-¡Bu! - exclamé con una sonrisa, apareciendo de repente en su campo de vista.

Conociendolo, esperaba que sonriera al igual que yo y me diera un fuerte abrazo. Cosa que no sucedió. Siguió en la misma posición que estaba y me miró con seriedad. Ni siquiera logré hacer que sintiera un susto mínimo.

-Hola, Allyson - dijo a secas -. Que bueno que viniste - tomó aire. Parecía incómodo; nervioso.

-Dijiste que deseabas hablar conmigo - le recordé.

Él asintió.

No había mucha luz en aquel sitio. Muy a duras penas lograba ver las expresiones en el rostro de Erik.

-Es cierto, hay algo que debo decirte.

Agachó la cabeza y tragó saliva, quizás buscando las palabra adecuadas para soltar en voz alta lo que se tenía guardado.

Entonces comencé a preocuparme.

Cuando leí su nota, creí que estaba citandome a ese lugar para hablar sobre temas interesantes, reírnos de cosas sin sentido y abrazarnos mucho para demostrar cuánto nos queríamos. Esperaba ansiosa pasar una linda noche a su lado, solo nosotros dos. Pero ahora que lo tenía frente a mí con una cara poca agradable y una actitud desgastada, comencé a sentirme deprimida, pues lo que estaba a punto de decirme no podía ser algo bueno.

-Solo dímelo - le pedí sin ánimos.

Levantó la cabeza nuevamente.

-Siento que no debemos continuar.

No me abandones: El final se acercaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora