97 Recuerdos inolvidables

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—¿Me están hablando en serio?

—De verdad, Rick. Carl no está en la comunidad — afirmó Alan —. Lo hemos buscado por todas partes.

Me crucé de brazos.

Rick se llevó una mano a la frente y dió media vuelta, quizás con el objetivo de pensar tranquilamente sin sentir las miradas de Alan, Leila y yo.

De a poco amanecía. El sol estaba ascendiendo con lentitud para iluminar los rincones de la comunidad con sus resplandecientes y cálidos rayos.

Claro estaba a dónde había ido Carl. Salió en busca de Lydia para darle su ayuda, para traerla a la comunidad y convertirla en un habitante más. No se lo dijo a nadie, pues si lo hacía ninguno querría acompañarlo y solo lo meterían en problemas con su padre.

Carl Grimes no era nada estúpido en cuanto a pensamientos, pero sí bastante iluso como para confiar en alguien que acababa de conocer.

—Debemos salir a buscarlo — concluyó Rick luego de un rato, girandose hacia nosotros —. No podemos dejar que vaya y cree algún problema. La feria de El Reino es en dos días y no quiero tener que lidiar con algo.

—Y ¿por dónde buscar? — cuestioné.

Por lo que sabíamos, los Susurradores no se establecían en un solo sitio. Las palabras de Lydia expresaron que su grupo estaba en constante movimiento, llegando a un lugar para después ir a otro, andando entre caminantes.

Rick puso sus ojos en Alan y le miró con atención, como si quisiera algo importante de él.

—Alan — le señaló luego de aquella exclamación —, ¿puedes llevarnos hasta el atajo dónde los atacaron?

Sin comprender, él asintió.

—Seguro.

—¿Por qué querríamos regresar al sitio donde perdimos a alguien?

Leila se cruzó de brazos, indiferente.

—Conozco a mí hijo. Conozco su instinto — expresó —. Y puedo apostar a que ese instinto lo llevó a ese sitio de vuelta, con la esperanza de encontrar a algún susurrador para llegar hasta Lydia.

De brazos cruzados, suspiré.

Protestar ante eso no tendría ningún sentido, pues yo admitía que probablemente se trataba de lo más lógico conociendo a Carl Grimes.

—De acuerdo, ¿cuál es el plan?

[...]

—Ahí están — susurró Rick, detrás de aquel tronco robusto.

Muy cerca de nosotros se encontraban un par de caminantes deambulando entre los árboles del bosque. El hecho de mirarlos y pensar en lo que estábamos por hacer, hacia que mi piel se erizara de una manera impresionante.

—Por favor, dime que no haremos eso.

Se quejó Leila con un gesto de asco.

—Tenemos que hacerlo. No veo otra manera.

Toda la razón se la daba a Rick. Los Susurradores no parecían ser gente muy agradable como para ir y parecernos como si nada. Lo mejor era escabullirnos, sin que supieran que nos encontramos entre ellos. Y qué mejor manera de lograrlo viéndonos como todos ellos.

Rick me dió unas palmadas en el hombro, captando mi atención.

—Andando, Ally.

Nos acercamos con sigilo a los caminantes, cuidando los sitios en los que nuestros pies pisaban. Estando ya muy cerca de ellos, apreté con fuerza el mango del cuchillo y esperé a que Rick fuese el primero en acuchillar a uno de los caminantes que en ese momento nos daban la espalda.

No me abandones: El final se acercaWhere stories live. Discover now