31 En contra

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Enid

Era horrible. Estar de envuelta en el Santuario era lo peor que me podía pasar. Aunque me trataban bien, no quería quedarme ahí.

Mi habitación era grande, amplia, justo como la recordaba. Supongo que mi padre no quiso mover absolutamente nada de su respectivo lugar luego de que me fuera muy lejos de su lado. Sé perfectamente que mi partida lo afectó, pero no más que la muerte de mi madre, cuando el caos en el mundo apenas iniciaba. Aquella pérdida lo cambió, pero no para bien, sino para mal. Se convirtió en una persona que yo jamás llegué a conocer antes. Nunca imaginé que mi padre se convertiría en el líder de los Salvadores, un grupo sin piedad ni remordimientos. Una comunidad que solo mataba para obtener lo que quería. Municiones. Comida. Supervivencia. ¿Cómo son capaces de matar a tanta gente inocente sin ninguna razón, solo para quedarse con todo? ¿Como fue mi padre capaz de crear algo así? ¿Qué debía hacer para evitar que matara a todos mis amigos? No podía vivir con el pensamiento de que mi padre era una mala persona, una terrible persona. Se supone que los padre deben guiarte por el buen camino, y mostrarte lo mejor de sí mismos.

Ser un padre no implica el hecho de obligar a tu hija a matar a tu propio amigo. Porque es lo que hizo. Me hizo matar a Erik. En realidad, no me amenazó con mi muerte para que me viera aobligada a matarlo, me amenazó con las muertes de todos, del grupo de Rick y de las otras comunidades: Hilltop y El Reino. Fue cuando me puse a pensar... La vida de un hombre por cientos de otras, o la vida de cientos de personas por la de un solo hombre. La respuesta era simple, pero difícil de aceptar.

Me puse a llorar sobre mi cama, pensando en todo lo que hice y, entre más recordaba, más lágrimas salían de mis ojos.

Apuesto a que Allyson simplemente me dejó atrás, convenció a todos de que no merecía estar en el grupo y siguió con su vida. Con un solo objetivo en la mente: matar a mi padre... Matar a Negan.

-Debo irme de aquí - susurré para mí misma -. No puedo, no quiero hacerle daño a nadie.

Cubrí mis ojos y seguí lloriqueando sin parar. Sabía que él me haría entrar en la lucha en contra de Rick.

La puerta de mi habitación se abrió, emitiendo un leve crujido. Creí haberla cerrado con seguro, pero no le di importancia y me mantuve con la cabeza baja y los ojos cubiertos de llanto.

-Deja de llorar princesita. No te va a llevar a ningún lado, créeme.

Levanté la vista hacia Brooke, quizás con una cara horrible. Si me hubiera visto en un espejo, me habría dado vergüenza.

-Lárgate - exclamé -. No te quiero aquí.

Se sentó a mi lado. Apoyó ambas manos sobre sus rodillas y me miró, seguramente compadecida de mi sufrimiento.

-¿Te digo algo? Cuando recién llegué a Alexandria y te encontré ahí, pensé que me delatarías - comentó de lo más tranquila. Parecía que estaba confesando su mayor pecado y le apenaba decirlo -. Al principio creí que no lo hiciste por ser una buena amiga, pero luego comprendí que te lo guardaste, porque si lo hacías, también estarías delatandote a ti misma.

-No quería que me echaran - acepté -. Tenía miedo. Escapé del Santuario y encontré Alexandria. Luego llegaste tú, y sabía que algo malo se aproximaba.

-Solo cumplí las órdenes de Negan.

Hubo un rato de silencio. A veces, Brooke podía comportarse como la persona más gentil del universo; otras veces mostraba su lado oscuro, frío y sin temor a nada. Quería saber qué cosas vagaban por la mente de aquella chica tan peculiar. ¿Qué la hacía actuar de tantas maneras distintas?

Me vino a la mente varias imágenes de Carl y Brooke recién conociéndose. Cómo se miraban, las actividades que realizaban juntos y las lindas pláticas entre ellos dos. Cuando por fin se convirtieron en algo más que amigos, me fue difícil creerlo. Imagino que si Allyson hubiera estado presente en esos momentos, habría matado a Brooke en menos de un instante.

Volví a la realidad. La chica pelirroja caminó alrededor de toda la habitación, inspeccionando cada objeto que sus ojos veían. Tomó algunos y los observó desde todos los ángulos.

Entonces hablé.

-¿Amabas a Carl?

Se detuvo. Su cuerpo se puso rígido. No hubo ni un movimiento hasta después de unos largos segundos.

-¿Qué? - el tono de su voz cambió de repente. Casi me lamenté de haber realizado esa pregunta. Sin embargo, lo volví a hacer.

-¿En verdad llegaste a querer a Carl?

Su mirada estaba más que perdida. Cruzó los brazos antes de responder.

-El plan era simplemente llevar información a tu padre. Pero hubo una pequeña falla... Me enamoré de él. Seguía triste por lo de Erik, pero mi vida debía seguir, ¿no?

Supongo.

Sequé mis lágrimas y me puse de pie.

-Si tanto lo amabas... ¿por qué lo heriste?

Se giró para verme. Los ojos llorosos, el rostro entristecido. Nunca la había visto de esa forma. Devastada, quebrada por dentro.

-Jamás me quiso - le tembló el labio inferior -. Fui como una distracción para él porque Allyson ya no estaba. ¿Qué esperas de una persona que ha sido destruida en todos los sentidos? ¿Dulzura, piedad?

-¡Déjalos en paz! - grité.

Al menos para mí, no era una excusa válida para tratar de matar a ambos. Ally era mi amiga, Carl igual.

La tristeza de Brooke no duró más de tres minutos. Rodó los ojos y empuñó el cuchillo de su funda.

-Ya me cansé de esto - declaró y se fue acercando de poco a mí -. No los defiendas, mucho menos a esa estúpida chica. Allyson desea verte muerta, ¿lo sabías?

Negué. La había visto hace unos días, pidiéndome disculpas y mostrándose arrepentida por lo que hizo.

-No la conoces - repliqué -. Vendrá por mí. Se dió cuenta de sus errores.

-Eso no es lo que dice en la carta que te dejó. Tú no conoces a tu propia amiga.

Hice un gesto. Brooke extendió el brazo, sosteniendo una hoja de papel doblada frente a mí. La tomé con lentitud y leí su contenido.

Enid.
Supongo que sabes que lo que hiciste no tiene perdón, no para mí. Si tienes pensado regresar a Alexandria, olvídalo. No quiero verte de nuevo cerca de la comunidad, o te mataré, sabes que lo haré. Aunque... de todas formas lo haré. Voy a buscarte, y acabaré contigo de una vez.

- Allyson


Con dolor en mi corazón, me quedé mirando aquel escrito. Lo leí todo una y otra vez. No podía creer lo que estaba diciéndome. Arrugué la nota entre mis manos y dejé que cayera al suelo.

-Las personas no son lo que aparentan ser - explicó -. Hay una solución: tu acabas con ella, o ella acaba contigo. Esto es la guerra, Enid. Deja de un lado la amistad y comienza a luchar por tu vida - su mano se apoyó en mi hombro con delicadeza -. Tenemos un plan - prosiguió -. Tu padre tiene un plan para hacerlos caer. Solo tengo una pregunta para ti... ¿Estás dispuesta a luchar?

Agaché la cabeza mientras analizaba la situación. No había mucho en qué pensar. Allyson me quería muerta, pero no permitiría que le fuera tan fácil acabar conmigo. ¿Deseaba ver sangre derramada? Bien... Porque la única sangre que llegaría a ver, sería la de ella.

Brooke tenía razón. Se acabaron las mistades. Era hora de dejar todo de lado y luchar por tu vida.

-Sí - respondí -. Estoy de su lado.

Ella me sonrió.

-Es lo que esperaba escuchar.






No me abandones: El final se acercaWhere stories live. Discover now