109 El sentido de la vida

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Al despertar, Carl todavía se encontraba a mi lado en la cama, metido entre las cobijas con el fin de no hacer contacto con el frío. Volteó la cabeza para poder mirarme. Parecía que había despertado desde hace rato ya.

Acarició mi cabello con su mano, sonriéndome.

-¿Estás bien?

Asentí ante su pregunta, sin acudir a las palabras.

-¿Y tú? - inquirí.

-Bastante.

Besó mi mejilla y salió de la cama de repente. Al hacerlo se abrazó, frotando sus hombros con las manos.

Yo me quedé en la cama, observando cada uno de sus movimientos. Me sentía muy cómoda ahí, tanto que deseaba permanecer en esa cama el resto del día, sin nada qué hacer.

-Hace mucho frío.

Comentó Carl, acercándose a la ventana para mirar a través de esta. Apartó la cortina, y lo que vió en el exterior logró dejarlo anonadado.

-No puede ser - exclamó.

Por la forma en la que dijo aquello, la preocupación me dominó en menos de un minuto. Me incorporé con ayuda de mis brazos hasta quedar sentada.

-¿Qué? ¿Qué pasa?

De espaldas a mí y con los brazos cruzados, él contestó:

-Ven a ver, Ally.

Me levanté apresurada y caminé hasta la ventana, posicionándome a su lado para mirar.

El exterior estaba envuelto en un color blanco resplandeciente. Los árboles, los muros de la propiedad y todo aquello que se extendía por el bosque se encontraba cubierto de nieve.

Moría de frío. La chimenea se había apagado en el transcurso de la noche, dejando que el frío del invierno invadiera cada rincón de la cabaña. Ahora que la nevada estaba presente, la temperatura era aún más baja de lo que era anteriormente.

La problemática en la que ambos nos veíamos envueltos se había hecho más grande con la caída de la nieve. Algo me oprimió el pecho en segundos, probablemente la angustia.

-¿Ahora qué? - pregunté, voltear a mirarle.

Por el cristal, pude ver su reflejo. Se llevó una mano a la boca, frunciendo el entrecejo.

-¿Tienes el mapa?

Habló, luego de unos segundos sin emitir sonido alguno.

-Está abajo, en la sala - recordé.

Entonces se dió la vuelta y caminó a la cama. Del suelo, cogió cada una de las prendas que le pertenecían y comenzó a vestirse apresurado.

Imité su acción y, sin esperar instrucciones provenientes de él, busqué mi ropa con el fin de cubrir cada parte de mi cuerpo y así entrar en calor.

-Vayamos al lago junto con el mapa.

Carl se puso de pie y tomó su mochila, mientras tanto yo continuaba con mi calzado.

-Hay que descubrir hacia donde debemos ir de una vez.

[...]

Carl llevaba el mapa en manos. Miraba aquel papel de gran magnitud con atención y después regresaba la vista al lago. Eso es lo que hacía una y otra vez, sin descanso.

La nieve estaba por doquier. Causa de esto nos tardamos más en llegar a aquel sitio. La nieve bajo tus zapatos retrasa tu caminar, y vaya que es bastante cansado.

No me abandones: El final se acercaWhere stories live. Discover now