15 Complicada relación

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Alexandria se veía más alegre ahora que los Salvadores se encontraban en plena desventaja. Desde que había llegado me percaté de que todos sus habitantes regresaron a sus actividades normales; y para mí era algo bueno, pues de esa forma podían distraerse de lo que en realidad estaba sucediendo fuera de los muros.

Después de alejarme de Carl e irme con Leila ambas nos ofrecimos a cuidar los huertos; algunos ya se estaban secando, y otros apenas florecían con gran esfuerzo. Supongo que con todos los problemas presentes descuidamos un poco (demasiado) nuestras cosechas.

Me sequé el sudor de la frente con la palma de mi mano y miré el cielo con un suspiro incluído.

-Hace tiempo que no hacía tanto calor.

Leila se cubrió los rayos del sol colocando una mano por en cima de sus ojos, luego se volteó para mirarme sin siquiera soltar la pequeña pala que traía entre manos.

-Espero que eso signifique que el frío está a punto de marcharse - me contestó con un rayo de esperanza haciéndose notar en sus pupilas -Detesto que haga tanto frío.

Hice una mueca en desacuerdo con lo que ella decía.

-Y yo detesto que haga calor.

Sentía que por ese pequeño comentario llegaríamos a desencadenar un debate para definir que tipo de clima era mejor. Siempre amé el invierno y otoño, desde que era niña. Para mí era relajante tener que cubrirme con mantas y sacos calientitos mientras bebía un café en el sofá de mi casa. Pero, aunque me cueste aceptarlo, el hecho de que el frío se hiciera presente en medio apocalipsis no era muy conveniente a la hora de luchar contra caminantes y gente queriendo matarte.

Leila pareció haber ignorado mi comentario, lo cual no me molestó en absoluto. Arrojé el rastrillo a la tierra y me tumbé al suelo. Las rodillas no dejaban de dolerme, como si en cualquier momento estás fueran a desprenderse de mi cuerpo de un solo tironsito. Al verme en tal posición de descanso, Leila se me acercó "sigilosamente" para darme un "ligero" empujón con su pie derecho. Me incorporé de nuevo y le lancé una mala mirada.

-Levántate holgazana. Estas semillas no se van a plantar solas.

Solté un gruñido. Observé cómo mi amiga hacía un hueco en la tierra; colocó una semilla dentro y después la cubrió con la misma tierra que hizo a un lado segundos antes.

Cuando dirigí la vista al frente noté que Carl estaba sentado en el porche de la casa en la que dormíamos con ambos codos recargados sobre sus piernas y la espalda encorvada, mirándome con extremada atención. Se volteó hacia otro lado en cuanto se dió cuenta de que lo había descubierto y mi corazón dió un pequeño salto, no sé si de emoción o de tristeza.

-¿Quieres hablar sobre Carl?

Me sorprendí al escuchar aquellas palabras salir de la boca de Leila. Se comportaba de una forma muy madura a la hora de hablar de esa clase de sentimientos, tanto que hasta creí que mi propia madre estaba hablando conmigo.

-¿Qué quieres que te diga? - le respondí con total calma. No podía dejar de mirarlo aún.

-Lo que sea, excepto negar que estás enamorada de él.

Me levanté con ayuda de mis brazos y volví a tomar el rastrillo que había caído entre algunas plantas.

-Llevas aquí muy poco tiempo, ¿y ya te diste cuenta de eso?

Me daba un poco de pena que cada persona habitante de Alexandria se diera cuenta de mis tontos amoríos por Carl. Las personas que se relacionaban conmigo sabían que para mí el mayor problema no eran los caminantes o la gente que intentaba deshacerse de mi existencia. Mi aprieto más grande era Carl, el lindo chico de ojos azules del cual me enamoré, creyendo que se convertiría en mi enemigo por el resto de mi vida.

Supuse que Leila no contestaría y así la plática se daría por terminada, pero me equivoqué, porque en realidad le interesaba saber más acerca de nuestra complicada relación.

-Vamos, Ally. Eres la telenovela de todos los que viven aquí - dejé que una carcajada se me escapara de la boca -No, en serio - comenzó a reírse también -Me he dado cuenta de que corren muchos rumores sobre ustedes dos. Y para que lo sepas, se les nota hasta en los poros que se quieren demasiado.

Rodeé los ojos divertida.

-Sí pues, te equivocas. No hemos tenido nada serio en mucho tiempo.

-Tienes como 17 años... ¿Alguna vez salieron?

Se alejó unos centímetros para regar gran parte de lo que sembramos, manteniendo esa disposición de escucha hacia mi persona.

-No, en realidad, pero siento que tuvimos algo cuando teníamos catorce años - contesté de lo más normal. Para ella, mi respuesta fue impactante.

-Aguarda un segundo - alzó las manos y sacudió la cabeza de un lado a otro con ojos cerrados -¿Estas diciéndome que no han vuelto a ser nada en tres años? - asentí -¡Que locura! ¿Qué pasa entre ustedes dos?

Le di una mirada rápida a Carl, quien seguía en la misma posición desde hace rato.

-Supongo que en verdad no me quiere, solamente está confundido, al igual que yo.

Me quité los guantes de plástico y se los entregué a Leila. Se apresuró en guardar todas las cosas de jardinería en una bolsa negra y la amarró en un nudo bien hecho.

-Bueno, te daré la respuesta a tus dudas. ¿Cómo se comporta Carl cuando está contigo?

-¿A qué te refieres?

-Acciones, forma de hablar, cosas así.

Se sacudió la tierra de los pantalones y yo la imité. Su pregunta me hizo sonreir de la nada. Las imágenes de Carl mirándome a los ojos con ternura apareció en mi mente.

-Es... muy lindo conmigo. Es como si sus ojos solo se concentraran en mí - bajé la cabeza para juguetear con los dedos de mis manos.

-¿Y Carl no te ha dicho que quiere intentarlo de nuevo?

-¿A dónde quieres llegar?

Tantas preguntas que no comprendía estaban atrofiandome la cabeza. ¿Qué tenía que ver el tema del comportamiento con mi romance con Carl?

El sol ya se había ocultado por completo, y las luces que se encontraban en Alexandria iluminaban las calles con escasa intensidad. Carl ya no estaba en el porche, se había ido a quien sabe dónde sin que ninguna de las dos se diera cuenta de su "escape".

-Mira... - empezó a explicarme - Si a un chico le interesas, sus acciones dicen mucho de él. Si te quiere de verdad, estaría dispuesto a hacer lo que sea por ti.

Lo pensé un instante.

-Y tú ¿qué sabes de eso?... Además, Carl llegó a salir con Brooke. ¿Por qué saldrías con una persona cuando en realidad sigues queriendo a alguien más?

Esas palabras sí que me dolieron mucho.

-¿Brooke? ¿La ex novia de Carl? ¿La que ha estado intentando matarte? ¿La que...

Cubrí su boca con mi mano.

-Sí, ella - contesté alzando la voz.

-¿De verdad crees que Carl realmente amaba a Brooke? - no lo sé -Vamos, es una chica de lo peor. Podemos comprobarlo si escuchamos lo que Carl tiene para decir.

Sentía que mi cuerpo se estremecía.

-¿Qué? ¡No! - agité las manos de un lado a otro - No voy a preguntarle si sigue sintiendo algo por mí. Y ¿qué si miente?

-Es sencillo saber cuándo mienten. Cuando tocas ese tema con un chico al que le interesas suelen rascar su nuca repetidas veces y exclamar: ehhhhh - me reí -... Si Carl miente acerca de lo que siente por ti hará eso, si no dará una respuesta inmediata.

Me crucé de brazos con una sonrisa en el rostro. Quise agregar algo más, pero sentí que una mano me tomaba por el hombro suavemente. Leila me hizo una seña "discreta" y me giré sobre los talones. Frente a mí se encontraba Carl con una cara poco agradable empuñando una radio entre sus dedos.

-Tenemos que hablar...

¿Les agrada Leila?

No me abandones: El final se acercaWhere stories live. Discover now