100 Alerta de intrusos

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Se llegó el día. El día en el que Alexandria estaría vacío y silencioso, pero El Reino de vería colmado de gente, ruido y mucha diversión a causa de la tan esperada feria.

A decir verdad, no me entusiasmaba poder asistir al evento.

La mayoría de los habitantes de la comunidad se habían levantado a tempranas horas de la mañana para ir al comedor, alistarse y esperar a que Rick diera la orden para poder marcharnos.

Ni siquiera me molesté en cambiar mis prendas de noche, a sabiendas de que todos ya estaban listos y en pocos minutos partirían.

Por supuesto que Carl llegó a casa a dormir la noche anterior, luego de estar en quién sabe dónde. Lo escuché. Entró a la habitación sin encender las luces y se quitó las botas, sentado sobre la cama. Yo estaba despierta en esos momentos recostada de lado en el colchón, dándole la espalda. Me preguntaba si Lydia finalmente había ido a confesarle sus sentimientos a Carl justo después de pedir mi ayuda para hacerle un obsequio.

Tenía que admitir para mí misma que... estaba dolida. Y ¿cómo no estarlo? Conocía a Carl desde hace tantos años. Sin esperarlo creé un vínculo bastante fuerte con él y ahora me costaba deshacerlo. Lo amaba, aún lo hacía después de todo. ¿Cómo olvidar todo lo que pasamos juntos? Las charlas que tuvimos, los momentos en que reímos, las veces en las que me miró a los ojos y con nada más que eso expresaba el cariño que tenía hacia mí.

Ese no era el dolor de una tonta y ridícula adolescente... Era el dolor de una mujer enamorada que lo perdió lo que más quería por sus inseguridades. Ese era mí dolor, el cual me agobiaba como nunca antes lo había hecho.

-¿Te has olvidado que la feria es hoy?

Leila me sorprendió en pijama cuando bajé a la cocina a servirme un vaso de agua.

Alan la acompañaba. Los dos se veían bien vestidos y peinados para ir a la feria.

-Debes apresurarte. Nos iremos en unos minutos - anunció Alan, apretando ligeramente la mano de la rubia entre sus dedos.

Dejé el vaso de agua medio lleno sobre la mesa.

-En realidad, creo que no iré.

-Estás bromeando.

-No, no lo hago - aclaré, sin expresión en mi rostro.

-Tiene que ver con lo de ayer, ¿no es cierto?

Leila se soltó del agarre de Alan y avanzó dos pasos hacia mí.

-Leila...

-¿No es cierto? - repitió. No contesté - Al diablo, Allyson. Te has comportado como una mujer madura a pesar de que sabías que te sentirías mal. Pero, vamos - se acercó aún más -... No todo en la vida es Carl Grimes.

Y ¿qué pasa cuando siento que mi vida es Carl Grimes?

-Hiciste lo correcto. Es hora de continuar.

Agaché la cabeza.

Seguro estaba hecha un desastre.

-Seguro él irá con Lydia.

-¿A quién le importa? - a mí - ¿Quién lo necesita? Puedes ir con Gill - me sugirió.

Claro, Gill.

Ella retrocedió sin nada más que añadir. Antes de salir por la puerta acompañada de Alan, habló.

-Te veré allá.

Sus últimas palabras fueron como una orden resonando en mis oídos.

La puerta se cerró detrás de ellos y yo me quedé de pie en silencio, abrazándome con mis propios brazos. Estaba tratando de tomar una decisión rápida.

No me abandones: El final se acercaWhere stories live. Discover now