110 Desde el inicio hasta el final

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A veces, podemos sentir cuando el final de todo está por llegar.

Eso que dicen que después de la tormenta llega la calma no siempre es verdad, porque así como hay finales felices, también los hay devastadores. Puede ser que luego de la intensa lluvia salga el sol, o que esa misma lluvia se convierta en una tormenta eléctrica.

Yo estaba asustada e inquieta por lo que estaba por venir. No sabía si íbamos a lograr regresar a nuestro hogar o en realidad nos quedaríamos varados hasta morir de frío, de hambre, o simple y sencillamente del virus que aún nos amenazaba.

La noche de ese mismo día nos quedamos en la sala analizando el mapa una y otra vez, tomando el calor de la fogata. Queríamos asegurarnos del camino por el cual iríamos para estar de regreso en Alexandria. Calculamos el tiempo aproximado que nos tomaría volver... Hablábamos de un par de días de acampar en la nieve.

Definitivamente no era el mejor plan que podríamos elaborar, pero tampoco teníamos muchas opciones de dónde elegir.

Carl no pudo decir ni una palabra luego de darse cuenta de cuánto nos tomaría estar de vuelta en Alexandria y lo que nos lo haría imposible bajo las circunstancias. Sabía, por su mirada y silencio, que se encontraba en un fuerte dilema, y que no era capaz de tomar una decisión favorable, porque ninguna lo era.

La opresión en mi pecho seguramente se debía a eso, el no tener idea de qué hacer. El tiempo estaba sobre nosotros.

-¿Podemos buscar un auto?

-¿Dónde? - cuestionó Carl - Debemos tomar una decisión ya, no hay tiempo para buscar uno.

-Pero, de encontrarlo, sería nuestra salvación - repuse.

-Y si no, nuestra perdición.

Agaché la cabeza.

Cualquier plan que pudiésemos pensar traía consigo algún riesgo al que nos veríamos expuestos. Las probabilidades de que algo saliera mal eran muy altas.

Suspiré.

-Perdona, Ally - expresó sobre el sofá, con hombros caídos -. De verdad que no sé cómo resolver esto.

Le miré. Él tragó saliva con dificultad. Sus ojos veían directamente las ardientes llamas de fuego que brotaban de la chimenea, pude ver que incluso se reflejaban en sus pupilas a duras penas.

-Lo intenté... - lamentó.

No encontré qué decir al respecto. Quería darle vuelta al asunto y afirmar que todo saldría bien. Pero ya ni siquiera sabía si aún existían esperanzas a esas alturas del problema en el que continuabamos sumergidos, muy en lo profundo.

Hubo bastante silencio. Lo único que podía escucharse era la leña quemándose y los grillos cantando fuera de la cabaña.

Entre el miedo, la incertidumbre y tantos otros sentimientos, quise llorar para expulsarlo todo. Quizás de esa manera llegaría a sentirme mejor, pero no certificaba que así sería, así que simplemente tomé aire y reprimí el llanto.

De momento, recordé múltiples acontecimientos en los que estuve involucrada desde el inicio del virus hasta ese punto. Por mi mente aparecieron los nombres de la gente que conocí. Rememoré las complicaciones que tuvimos, las adversidades a las que nos enfrentamos y que, después de todo, pudimos superar.

No creí que mi vida acabaría en una cabaña, con la compañía de una persona que desde hace años conocía y a la cual le tenía un cariño enorme.

Solo deseaba volver a ver a la familia que me quedaba, a quienes por mucho tiempo estuvieron para mí cuando más lo necesité.

Cerré los ojos. Los labios me temblaron.

No me abandones: El final se acercaWhere stories live. Discover now