66 Mundo corrompido

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*4 años después*

Es realmente complicado vivir dentro de un apocalipsis, aún cuando todo está en orden. No te sientes cómodo al saber en dónde estás.

Cuatro años después de lo sucedido me seguía sintiendo extraña. La guerra terminó; ganamos pero... En realidad nada cambió, al menos no para los restantes lugares del mundo.

En cuanto a nosotros, puedo decir que logramos cambiar aún más las cosas en cada comunidad. Hilltop se había vuelto rico en cosechas; El reino construyó más hogares para sus habitantes y Alexandria fue reconstruido para así tener más espacio donde cosechar. Rick seleccionó a unas cuantas personas para ser trasladadas a Alexandria, entre ellas yo. Por supuesto que no me opuse, pues era la comunidad a la que pertenecía y en la cual deseaba pasar el resto de mi vida. Sin problemas presentes todo parecía marchar bien en la mayoría de las ocasiones.

Desde que regresé nuevamente a Alexandria, me olvidé de Hilltop y de El reino. Benjamín y su hermano volvieron a su comunidad natal con el rey Ezequiel, y debo admitir que los extrañaba constantemente.

Los salvadores nos habían estado ayudando a construir un puente, el cual nos dará paso fácil y rápido entre comunidades para llevar comida, provisiones, entre otras cosas que necesitemos. A mí parecer, los habitantes del Santuario se comportaban realmente bien con nosotros; atendían las órdenes de Rick y cada uno hacia su parte correspondiente para construir de a poco el puente. Me era difícil seguir viéndolos como enemigos después de ofrecernos su ayuda. Además, Erik estaba alegre de que hiciéramos las pases con ellos porque, aunque haya escapado del Santuario años atrás, él seguía siendo uno de ellos, un salvador. No importaba cuántas veces lo negara, Erik pertenecía a ese lugar, con aquella gente.

Alexandria crecía, Hilltop crecía, todos crecíamos... Excepto la cura para el virus; eso era lo único que no había crecido ni un poco a través de esos cuatro largos años.

Y hablando de crecer... Judith se había vuelto una niña impresionante. Nunca llegué a imaginar que con tan solo ocho años se convertiría en una persona tan valiente y decidida. Aprendió a usar las armas correctamente, y siempre estaba dispuesta a ayudar con las tareas de Alexandria que fueran necesarias.

Todos ayudabamos. Cada uno ponía su pequeño granito de arena para así hacer que la comunidad fuera creciendo y tomando forma. Nuestras decisiones y acciones moldeaban el futuro de Alexandria.

Era un día realmente bello a mi parecer. El sol brillaba con intensidad, iluminando cada rincón del lugar y proporcionabs nutrimentos a las cosechas que muy pronto nos darían frutos. Decidí aprovechar la paz y tranquilidad de la tarde para ayudar con el aseo de los caballos de nuestra pertenencia. Era una de mis tareas preferidas.

—Atrapa, Ally.

El trapo mojado que lanzó Carl logró caer sobre mi cabeza. Dejé de cepillar al caballo del que debía ocuparme y me giré con un gesto en el rostro que le hacía creer que me molesté por aquello, aunque en realidad sólo era una mala jugada.

—Ay, lo lamento. No es culpa mía que no tengas reflejos — se excusó, regresando la vista a su caballo.

Hice el trapo una bola y se la lancé con descuido. La suerte estuvo de mi lado, ya que aquel objeto flácido chocó exactamente contra el rostro de Carl. Sus lentes por poco cayeron, pero él fue más rápido y los sostuvo a tiempo. Por unos pequeños segundos la cicatriz de su ojo derecho quedó expuesta a la vista de todos los que estuvieran cerca, incluyéndome. Cuando colocó nuevamente sus lentes, rió por lo bajo, y una sonrisa se formó en aquel rostro que tanto me gustaba mirar.

No me abandones: El final se acercaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt