7 Un monstruo

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Al salir del edificio pasé sobre unos cuantos vidrios rotos antes de llegar a descender por las escaleras. Cuando iba bajando escalón por escalón lentamente pude ver que entre los cientos de caminantes se encontraba una arma de fuego abandonada. Creí que quizás podía ser la mía, la cual había tirado cuando huía junto con Negan y Gabriel cubiertos con sangre putrefacta.

Puse mis pies en el último peldaño de la escalera antes de tocar el suelo, y aprovechando que ningún caminante se había percatado de mi presencia, comencé a correr hasta donde estaba el arma; la tomé entre mis manos para dispararles a todos aquellos muertos vivientes que se me acercaban y así me fui abriendo paso entre la inmensa horda. Para mí mala suerte, me quedé en un rincón sin salida; mi cuerpo chocó contra contenedor de basura y los caminantes lograron rodearme en segundos, además de que las municiones se me habían terminado.

- Ay, mierda.

Me agaché con el corazón latiendo con demasiada fuerza y las manos cubriéndome la cabeza. Debía haber planeado algo para pasar entre ellos sin riesgo. Que torpe.

Los caminantes se acercaban cada vez más hacia mi, y yo no tenía nada con que protegerme. Uno de ellos cayó al piso y estiró sus brazos para tomar mi pie; aunque lo golpeé un par de veces no se despegó de mi por ningún motivo. Cuando creí que todas esas criaturas acabarían conmigo, un rugido se hizo presente. Segundos después un tigre apareció de la nada. Shiva. Se abalanzó sobre varios de ellos y mordió sus cabezas sin piedad, luego se volteó para colocarse de lado hacia mi. Con una sonrisa en mi rostro, me levanté de inmediato y subí con cuidado a su lomo. Shiva no perdió ni un solo minuto más y se echó a correr saltando sobre todo aquel caminante que se le atravesaba en el camino.

Después de un tiempo nos libramos de todos ellos. Un par de kilómetros más y estaría de regreso en Alexandria, donde yacía mi familia y amigos. Shiva caminaba a un lado de mi en silencio, mirando a todos lados en busca de amenazas. Estaba comenzando a encariñarme.

- ¿Estuviste en Alexandria? - volteó a mirarme - ¿Sabes cómo está Carl?

Bajó sus orejas.

- Supongo que mal.

Suspiré. Shiva se pegó a mí sin dejar de avanzar. Sus enormes ojos aún me miraban con atención. Acaricie su cabeza un poco.

- Creo que nos vamos a llevar bien...

Enid

Desde que me fui no encontré a nadie que pudiera ayudarme. Caminaba por todo el bosque en busca de algún refugio en el que pudiera pasar el resto de mi vida o quizás unas cuantas semanas, pero siempre terminaba durmiendo sobre las ramas de los árboles con el riesgo de caer desde lo alto. Hubo un día en el que me quedé parada detrás de unos arbustos, mirando las puertas de Alexandria desde lo lejos mientras debatía en mi mente si debía o no regresar con el grupo y ayudarlos a luchar... Terminé yéndome, porque no tenía la intención de que que todos volvieran a ver mi rostro después de haber confesado lo que hice, en especial Ally.

Cada minuto, cada segundo me arrepentía por lo que le había hecho a Erik, pero es que tenía tanto miedo de que mi vida acabara en ese preciso momento. No tuve tiempo de de pensar, ni de idear algo en mi mente para salvarnos a ambos; pero estoy segura de que cualquiera habría hecho lo mismo en mi lugar. Es fácil suponer que darías la vida por tu amigo pase lo que pase; y cuando por fin lo tienes frente a ti con personas que te obligan a ponerle una pistola en la cabeza, todo cambia drásticamente. El miedo es quien te obliga a hacer cosas que tú juraste nunca hacer.

Todas las noches lo escuchaba. A Erik. Entraba en mi cabeza para atormentarme. Lo escuchaba decirme que todo era culpa mía, y que yo era la causa de que él ya no volvería a estar con Ally nunca más para besarla y abrazarla. El hubiera no existe; no puede remediarlo ni mucho menos detener la consecuencias que están por venir en respuesta a mis malas acciones, a menos que... muriera, y así reencontrarme con Erik y disculparme por lo que le hice. ¿Que diría mi madre de mí si me hubiera visto en esas situaciones? Supongo que estaría decepcionada al enterarse de que asesiné a una persona totalmente inocente.

Me detuve de repente entre los árboles y miré al cielo con desesperación. Solo deseaba encontrar un poco de comida y algún refugio donde quedarme; o quizás un grupo con el cual reiniciar mi vida y olvidarme de todo lo que pasó en Alexandria. Lo que menos quería era ver nuevamente a Allyson, porque yo misma sabía que jamás iba a perdonarme, no hay forma de que pueda recompensar lo que provoqué.

Me dejé caer en las hojas secas y el cuchillo que estaba en mi mano cayó a un costado de mi cuerpo. Estaba realmente cansada. Entonces divisé a lo lejos, entre todos los árboles y arbustos, a una persona que caminaba cómodamente. Me levanté con las pocas fuerzas que me quedaban y comencé a caminar de nuevo con paso acelerado hacia aquella figura humana. Cada vez que me iba acercando más y más, sentía que la persona se alejaba de mi, como si hubiera aún largo y oscuro túnel que se alargaba para separarnos. En un de repente las manos de un caminante tomaron mi blusa haciendo que soltara un grito ahogado por el gran susto que le llevé. Cuando me volteé hacia el caminante noté unas prendas en este que para mi eran muy familiares; su cuerpo estaba amarrado a un árbol, por lo cual no era posible que llegara a morderme. Al ver la herida de bala que traía se me oprimió el corazón por completo.

«Erik»

Me quité de su agarre y retrocedí dos pasos hacia atrás. Unas cuantas lágrimas se deslizaron por mis mejillas. Sollocé. Estaba destrozada, arrepentida; y lo peor fue que lo dejé sufriendo. No disparé el arma en su cabeza, lo hice en su pecho. Todavía recordaba su reacción a la hora de recibir el impacto de la bala; se tiró al suelo y noté cómo el aire comenzaba a hacerle falta, sabía que sus ojos solo me miraban debajo de aquello que le cubría el rostro hasta que su corazón dejó de latir, y yo simplemente solté la pistola y me eché a llorar mientras que los Salvadores me alejaban de ahí, llevándome con ellos. Me consideraba un mounstro.

- Ay. Erik...

Coloqué una mano en mi boca. No podía dejar de mirar su piel que se caía a pedazos y su cabello todo alborotado. Observé las pupilas de sus ojos y en ellos ví un pequeño resplandor, como si una parte de él aún estuviera ahí dentro, luchando por su verdadera alma tan dulce y amable... Pero yo se la arrebaté.

Levanté mi cuchillo y lo acerqué a su cabeza. Me detuve antes de insertarlo en su frente. No podía; ya lo había matado una vez, y no quería hacerlo de nuevo. Retiré el cuchillo de su cuerpo y lo guardé donde pertenece.

- Lo siento tanto, Erik.

Y me alejé corriendo. A unos metros de distancia me escondí detrás de un viejo y frondoso árbol; después de todo había logrado alcanzar a aquella persona que caminaba con tranquilidad. Para cuando enfoqué bien mi vista hacia ella pensé en alejarme lo entes posible, pero por desgracia se percató de mi presencia y me miró un tanto sorprendida y a la vez infeliz de volver a verme.

Se trataba de Allyson.

No me abandones: El final se acercaWhere stories live. Discover now