4.(HC) ¿tú también lo eres?

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HARRY

XVIII

Era una mañana común y corriente cuando bajó las escaleras solo.

Ron no le había despertado.

No estaba seguro de que llegase al desayuno, pero podría prepararse un té.

—¡Feliz cumpleaños! —saltó alguien frente a él, asustándolo tanto que casi se cayó hacia atrás.

Consiguió mantenerse de pie justo cuando los gemelos aparecieron.

—Que los cumplas feliz —cantaban en un coro sincronizado—, que los cumplas feliz.

—Casi arruino la sorpresa esta mañana. Por ello me he levantado.

Harry se quedó quieto, sorprendido de que se había olvidado qué día era.

—Ven —continuó hablando Ron en la puerta de la cocina.

Fue interceptado por la señora Weasley antes de poder traspasar la sala de estar. Le apretó las mejillas, deseándole un feliz cumpleaños. Luego se hizo a un lado, y Harry encontró un gran pastel en la mesa, a Ginny y Hermione sentadas allí, quienes se levantaron para abrazarlo.

De alguna forma contuvo las lágrimas que amenazaban con nublar su vista.

No quería perderse ningún detalle de ese momento.

XVIII

Nunca le habían festejado un cumpleaños así.

Con pastel casero, todos reunidos y le cantaron. El señor Weasley incluso había dejado un corto mensaje en una vieja grabadora muggle antes de irse al trabajo, que también decía:

Espero que este aparato funcione, Harry. ¿Cómo funciona sin magia?

Se rieron en esa parte.

Era demasiado para Harry.

Recibir ese tipo de atención le hacía sentir extraño, como si no lo mereciera. Porque los Weasley no eran su familia, ¿cierto? Pero, técnicamente, no tenía una. Ellos le querían, era tan evidente que no podía negarlo. Y Harry también, así que quizás sí lo fueran, después de todo.

De una manera no convencional, claro.

Una carta de Hagrid arribó al final del desayuno, y Harry recordaba cómo ese gran hombre había robado su corazón cuando le fue a buscar con un pastel para llevarlo a la escuela para su primer año. Desde entonces, nunca se olvidaba de su cumpleaños. Aun si había años en los que Harry no pudo recibir el correo, sabía que él debía de haber enviado alguna.

Con un paquete colgado de la pata, llegó una lechuza que nunca había visto antes. Debía de ser de Sirius. Tenía el pelaje suave y se veía en buen estado de salud, considerando que había viajado desde quién sabía dónde con aquel peso. Leyó la carta y le complació que aquella lechuza fuese para Ron. Lamento haberle dejado sin mascota. Bueno, era una asquerosa rata mentirosa y otra sarta de barbaridades que no puedo escribir por aquí, pero tu amigo debió de haberla querido por un largo tiempo. Espero le agrade su nueva mascota. Sugiero Blacky como nombre. Es broma, después cuéntame cómo la ha llamado. Y espero que te guste tu regalo y le des buen uso, ja.

Le pasó el pergamino a Ron y notó el preciso instante en que su rostro se iluminó. Miró a la lechuza con otros ojos, y la verdad era que Harry no necesitaba nada para su cumpleaños.

Ya estaba siendo el mejor de todos.

—Blacky, me gusta —decía al leer, pensativo—, pero creo que le pondré otro.

El chico que amo -HEDRIC (2)Where stories live. Discover now