56.(H) buena señal es que no explotó

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HARRY

LXXXVIII

Hermione estuvo hasta el mediodía del sábado echándole miradas y moviendo los labios en una silenciosa pregunta: ¿Cuándo vamos?

Ron, para su fortuna, no pareció notarlo.

Harry había asegurado que hoy sí sería el día.

Ahora , trató de comunicarle con un sutil gesto antes de levantarse del sillón.

Se excusó alegando ir a buscar a Cedric y partió hacia el punto acordado de encuentro. Corroboró con el mapa que estuviera presente en el nuevo sitio en donde Cedric le había informado que lo hallarían.

—De verdad que no puedo consentir que vengas —habló Hermione cuando apareció en el pasillo del primer piso, sujetando contra su pecho unos pergaminos y una pluma—. Que te encuentres contigo mismo, no, no puedo permitirlo. No tienes que acompañarme.

—No conoces cómo llegar hacia donde está. Ven, es por aquí.

Harry ya la había escuchado más temprano.

Quizás podría ceder...

Si alguno resultaba afectado, claro que le haría caso.

Hasta entonces, allí estaría.

Atravesaron un enorme cuadro desocupado e iluminaron con sus varitas el oscuro pasadizo mientras Hermione continuaba en su intento de convencerlo.

—Ambos parecíamos bien la vez que lo vi —comentó Harry, queriendo establecer un hecho—. Bien dentro de las extrañas circunstancias, por supuesto.

—Con eso has de referirte a que el mundo no explotó. Qué gran alivio.

—El mundo no explotó, Hermione —murmuró, ojeando el mapa concentrado—. Es, cuanto menos, una buena señal.

—No puedes saber qué efecto causa si...

—Llegamos.

Hermione se movió para tocar la puerta, y Harry la detuvo.

—Ah, no... No seas... ¿Cómo decirlo?

—¿Qué no sea qué? Eres tú el que está rompiendo las reglas a conciencia.

—No seas dura con él —fue lo que terminó soltando—. Por favor.

LXXXIX

—Considerando que son iguales, sí que se ven diferentes.

El comentario de inicio de Hermione le sacó una risa a aquel chico.

—Finalmente pegué un estirón y uso el cabello más corto —explicó casual, como haría alguien al reencontrarse con una amistad después de unos meses de tranquilas vacaciones—. Pasen, eh, pasen. Les estaba esperando.

Atravesaron la entrada con cuidado.

El lugar era gigante, nada en comparación con la diminuta habitación que marcaba el mapa. La luz proveniente de dos ventanas hasta el techo cubrían cada espacio de la sala y ciertos tomos con letras doradas destellaban en una esquina.

Parecía más como si fueran dos amigos que les separaba un largo tiempo.

Y el que no debería haber ido, porque su...

—Le he dicho a Harry que su presencia no es necesaria.

—¿Qué? —torció la cabeza el chico, y era como verse en un espejo que devolvía un reflejo adulterado, con un par de años y centímetros más de altura.

El chico que amo -HEDRIC (2)Where stories live. Discover now