92.(CH) los mejores

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CEDRIC

CLI

—¿Sabías que conjuras algunos hechizos de una forma distinta? —habló Cedric en el oído de Harry, sin pretender interrumpir la explicación que las chicas le brindaban a Ron a su lado. 

—¿Distinto cómo? —notó la inmediata sonrisita de perfil— ¿Al estilo muggle? 

Se rió por lo bajo y lo guió a unos pasos de distancia.

—No creo que exista un estilo muggle para eso.

—¿Que no? Los niños en mi escuela todo el tiempo jugaban en el patio a que una rama era una varita mágica. O una espada. 

Como siempre, Cedric se sorprendía y maravillaba de cada cosa que le contaban sobre el mundo muggle. 

—¿Y tú? ¿Jugabas a eso?

—No. A mis tíos les parecía una estupidez —Se encogió de hombros—. Tampoco tenía con quién. 

Y como siempre, le dolía cómo Harry había crecido.

Cedric le apretó el hombro contra su cuerpo, ajustando el abrazo. 

—Mírate ahora. Un mago de verdad, y uno poderoso. Solo falta que te des cuenta — Hechos, quizás Harry necesitaba hechos para creerlo—. Eres un buen mago, lo sabes, ¿cierto? 

La mueca de Harry parecía aceptarlo a medias.

HARRY

CLVII

A ver, que no creía ser tan malo tampoco.

Sí, suponía que era uno decente.

—Tienes un dominio de la magia por arriba de la media y apruebas todos tus exámenes, destacándote en la parte práctica —le señaló Cedric—. Y hace un tiempo me di cuenta de que eso es sin realizar las técnicas al pie del manual. Cualquier otro mago sufre las consecuencias de un hechizo no realizado correctamente, que van desde que este rebote en uno, no funcione en lo absoluto o sea defectuoso…

—¿Acaso eres mi profesor? —cuestionó, asombrado de que hubiera reparado en todo eso y que tuviera un punto. 

Los encantamientos no solían fallarle, lo que había visto sucederle a otros compañeros. 

—Llevamos todo el año practicando juntos…

—No sabía que me prestabas tal atención.

Cedric volvió a apretarle contra sí y Harry desconocía si se había sonrojado por la abrupta sonrisa en su rostro, por lo que su toque le provocaba o el hecho de que estaban frente a todos sus amigos en tal posición.

O si se debía a su respuesta:

—Te sorprenderías.

CEDRIC

CLII

Porque todos insistieron, transfiguró una silla en un perro grande. 

Su largo cabello marrón tomaba el color de la madera, pero seguía orgulloso del resultado. No fue fácil conseguirlo: le había tomado días y días.

—Es hermoso —las chicas y Malcolm se tiraron al suelo a jugar con él.

La criatura reaccionaba con emoción, moviendo la cola y ladrando.

—¿Me lo puedo quedar? —preguntó Malcolm, acariciando sus orejas— A mi mamá le gustaría y siento que es mi espíritu animal. ¿A que no nos parecemos?

Estaba tentado a decirle que sí.

—Sí que son idénticos —se rió Tam y Will inspeccionó uno de sus rizos castaños. 

El chico que amo -HEDRIC (2)Where stories live. Discover now