95.(HC) no sería tu culpa

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HARRY

CLVI

Lanzaron chispas rojas al aire para que rescataran a Viktor.

Se alejaron rápido para no cruzarse con nadie, y Harry se preguntaba si habría herido al chico al derribarlo y recordaba que:

—Fue directamente hacia ti.

—Parecía fuera de sí —meditó Cedric—. Como si...

—Como si alguien lo estuviera controlando. Moody —hizo unas pequeñas comillas con su mano libre— es bueno en esa maldición, lo ha demostrado —Miró hacia atrás, al cielo despejado—. Creo que deberías pedir tu rescate. Que te revise Poppy... y sane tu brazo. Debe estarte molestando. 

—Apenas —contestó Cedric, girándose hacia él—. Quiero acompañarte hasta que encuentres la Copa y allí lo haré. Así también podré pedir ayuda. Además, quién sabe qué más habrá en el camino —Volvió la vista hacia adelante, con una breve pausa antes de continuar por lo bajo con una mueca—: ¿Crees que... tal vez Viktor atacó a Fleur?

Eso definitivamente había sonado como si alguien le hubiera lanzado la maldición cruciatus, pensó Harry, sin animarse a verbalizarlo.

Cedric debía haber llegado a la misma conclusión. 

CLVII

En algún punto, Harry volvió a ofrecerle a Cedric salir del laberinto. 

A lo que él se negó otra vez.

—Si te empieza a doler mucho, me avisas y te vas, ¿sí? No es que necesites acompañarme. Lo entenderé. 

Cedric aceptó esas condiciones. 

Sentía cómo se acercaban al corazón del laberinto. En el medio del camino percibió un movimiento. Con la varita iluminó a una criatura que solo había visto una vez en un libro: una esfinge con cuerpo de león, cola amarilla y cabeza de mujer. Les cerraba el paso, pero al menos no parecía estar a punto de atacarlos.

Su atención se enfocó en Harry.

Casi que prefería ofrecerle combate antes que responder un enigma. 

Harry sopesó la posibilidad de que Moody hubiese manipulado a la criatura de forma que cualquier respuesta de su parte bastara. Una teoría que era mejor no corroborar. Se dispuso a pensarlo, pidiendo pistas, a sabiendas de que, en el peor caso, se defendería. 

A decir verdad, cuando Cedric lo descifró, se alegró de que siguiera allí. 

—Eres brillante —besó su mejilla una vez que dejaron atrás a la criatura—. No habría podido adivinarlo por mi cuenta…

—Sí que habrías podido —objetó Cedric con una seriedad que contrastaba con su previa expresión gustosa—. Harry, llevas salvando mi trasero en todo el camino.

Eso causó que se echara a reír.

—No dejaría que tu trasero se queme…

A pesar del sonrojo, lo que Cedric dijo fue: 

—Deberías darte algo de crédito. 

—De acuerdo. Puede ser que, con más tiempo, llegara a la respuesta.

La sonrisa de su novio brillaba con satisfacción.

Al final del camino, la Copa de los tres magos irradiaba una peligrosa luz.  

CLVIII

Una mancha oscura saltó sobre ellos, tirando a Harry al suelo y lanzando su varita a un lado. Cuando Harry pateó a la araña gigante que lo cubría, esta como represalia lo apretó con sus patas afiladas. 

El chico que amo -HEDRIC (2)Where stories live. Discover now