21.(CH) cuatro letras

360 63 66
                                    

CEDRIC

XXVII

Ni siquiera podía importarle o preocuparse como debía.

Las reuniones en el aula del primer piso para practicar habían perdido su propósito demasiado rápido y Cedric no se quejaba. ¿Cómo lo haría si era él mismo quien no podía negarse a saludar a Harry con un beso que luego no quería detener?

Así que le pareció una buena idea que Harry hubiese invitado a Hermione.

Habían hecho mayores avances practicando por su cuenta, pero ambos necesitaban un espacio lo suficientemente amplio para asegurarse de estar listos. A menos de veinticuatro horas de la primera prueba, se habían encaminado hacia la cabaña de Hagrid para un último ensayo de sus habilidades. Ron se había quedado adentro tomando té con el profesor, mientras Hermione, Harry y Cedric salieron al patio trasero.

Varias piedras de diferentes tamaños se encontraban esparcidas por allí.

—Le pedí a Hagrid si podía conseguir algunas para ti —le explicó Harry en voz baja—. Puede que sean así las que haya mañana en el campo.

—Gracias —le sonrió, acercándose a una que debía pesar, al menos, lo mismo que él—. No podría haberla cargado. He estado practicando con una mediana que parecería un trozo que se rompió de cualquiera de estas.

La primera vez que intentó convertir una piedra en una criatura doméstica, todo lo que logró fue un perro pequeño con un sucio pelaje blanco que apenas se movía. Tras unos cuantos intentos, un perro de la mitad de su tamaño con largos cabellos rubios le ladraba.

El que transformó con una de esas piedras enormes era demasiado grande.

Lo regresó a su forma original en un segundo.

—¡Nunca he visto un perro más grande que Fangs! —decía Harry con asombro, y el susodicho tenía sus orejas levantadas y la cabeza inclinada mirándolos desde el descansillo de la puerta posterior de la cabaña— Imaginate si te golpea con la cola.

—¡Harry! —le reprendió Hermione, aunque también ojeaba la ahora inanimada piedra— Enfócate en lo tuyo. El encantamiento convocador requiere mucha concentración. Debes visualizar claramente tu escoba en tu mente antes de realizarlo.

—Puedo verla tan clara como a mi mano, ese no es el problema.

Si hasta Cedric podía recordar a la Saeta de Fuego.

Tenía casi la misma altura de Harry, lo que le hizo reírse en silencio.

Escuchando cómo murmuraba Accio una y otra vez, se dispuso a continuar hasta conseguir la distracción perfecta para un dragón.

XXVIII

Cuando el sol cayó, ambos estaban preparados.

Harry había lanzado el hechizo de forma exitosa una docena de veces.

Su escoba acudió cada vez desde su habitación.

Cedric había logrado que las piedras, sin importar el tamaño, se convirtieran en el perro que estaba buscando. Fuese como fuese la arena al día siguiente, podría llevar adelante el encantamiento. La parte que implicaba estar frente a un dragón, rodearlo y rezar que el plan funcionase no estaba tan clara.

Hermione entró a la cabaña primero.

Guardando su varita en el bolsillo, Harry se acercó y se presionó al costado de Cedric. La temperatura había descendido en las últimas semanas y el viento frío impactaba contra su abrigo. Sin decir ni una palabra, Cedric pasó su brazo sobre sus hombros, atrayéndolo en un abrazo y depositando un beso sobre su cabello despeinado antes de que ambos se dirigieran a la cabaña.

El chico que amo -HEDRIC (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora