8.(HC) claro que me preocupo

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HARRY

XXX

Salieron al jardín con sus escobas y elevaron vuelo por lo alto —hasta que la señora Weasley les dijo desde la ventana del tercer piso que no subieran tanto, que era peligroso. Casi como si se olvidara de sus tiempos en Hogwarts y la forma en que jugaban al Quidditch. Sin pretender recordárselo, le hicieron caso y se alejaron hacia lo que los gemelos llamaban el punto ciego: el único lugar del terreno en donde no se alcanzaba a ver desde la casa.

No practicaron ni nada así —al menos no Harry.

Solo el viento en su rostro y volar de un lado a otro en zigzag de una forma que hacía reír a Cedric a sus espaldas. Necesitaba olvidarse de esa pequeña voz en su cabeza que intentaba soplar su esperanza de un año pacífico.

La marca tenebrosa luego de más de una década...

Un sueño terrorífico.

Un evento importante en Hogwarts del que, claro, no participaría, pero...

¿Cuánto hasta que otro tuviera destinado su nombre en él?

XXXI

Cuando regresaron al suelo firme, el atardecer había dado paso a una preciosa noche estrellada. Estaba un poco fresco para la camiseta de manga corta que llevaba y en el camino, a causa de los temblores que intentó ocultar sin tanto éxito, Cedric se puso a su lado y le pasó un brazo sobre sus hombros.

—Estás helado —le dijo, moviendo su mano sobre la piel de Harry bajo su manga para brindarle calor. Luego Cedric le ofreció su abrigo, y Harry ya estaba lo suficientemente avergonzado de pronto como para tomarlo—. Tú pareces necesitarlo más que yo.

—Ya casi llegamos.

Una combinación de motivos hicieron que ya no pasara frío.

El abrigo que él le colocó sobre los hombros.

Su brazo manteniéndolo sujeto y su tibio cuerpo presionado a su costado.

Y sus propios sentimientos por todas partes.

XXXII

Cedric aceptó la invitación a quedarse a cenar y fue tal como se habría imaginado que podría ser cuando invitó a aquel chico sin saber que de verdad iría. Por supuesto que le agradó a todos —a la señora Weasley no le sorprendió conocer que era un prefecto, considerando quién era su padre. Y aunque solo ella apreciaba ese hecho, también mantuvo conversación con Bill y Charlie. Incluso con Percy, para el aburrimiento de la mesa, sobre su trabajo en el Ministerio.

—Puedes quedarte a dormir —le ofreció la señora Weasley a Cedric antes de irse a dormir—. Tenemos cientos de colchones.

A Harry le pareció una muy buena idea.

—Somos como una tienda de colchones —se reía George.

—Usados —señalaba Fred y no debía mirar a Harry al decir—: Hay espacio.

Claro que en su cama lo había. Era tan delgado que cabrían sin duda.

No que jamás dormirían juntos...

Cedric agradeció la oferta, pero no estaba seguro de tomarla siendo que probablemente debía regresar en un rato para no preocupar a su padre. Cuando le preguntaron cómo pensaba hacerlo y su respuesta fue que en su escoba, la señora Weasley se horrorizó y se ocupó de conectar en ese mismo momento sus chimeneas para que pudiera ir a su casa de forma segura. Entonces subió por las escaleras y en el instante en que el resto de los adultos siguió sus pasos, Fred les comunicó:

El chico que amo -HEDRIC (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora