55.(HC) desgraciado y hermoso

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HARRY

LXXVIII

Se pasó todo el día pensando en qué le diría a Hermione.

Cuánta información le contaría no era el problema. Todo, le confiaría todo.

¿Cómo empezar sin un «por favor, ayúdame a salvar a mi novio» ?

«Porque yo no sé... No sé qué haría si...»

Excepto que Harry sí sabía. Lo sospechaba en el medio del pecho.

Con tanta intensidad como se preocupaba por Cedric desde la cena, cuando no se presentó. Entonces sus pensamientos también viraron en torno a Cedric y la enigmática explicación de Malcolm al decir que tenía cosas que hacer. ¿Qué cosas...?

Quizás exageraba en desear tener su mapa para buscarlo.

Cedric parecía estar llevando las cosas... mejor de lo esperado.

Y estaría bien...

Si consiguían armar un plan.

LXXIX

A la una y cinco de la madrugada, Harry se asomó al final de las escaleras.

Hermione saltó de su asiento al instante.

La tenue luz no era obstáculo para advertir su intranquilidad.

—¿Qué ha pasado? Harry, es tarde —su susurro retumbó en la desierta sala común, y cruzó los brazos sobre su pijama—. Muy tarde. Espero que sea importante. Mañana hay...

—Es importante —la interrumpió—. Creo que así lo verás.

Hermione dejó caer sus brazos, alarmada.

—¿Se trata del Torneo? No me digas que estás en cero con la prueba...

Ponerlo en esos términos era llevarlo demasiado lejos.

Harry diría que lo tenía casi medio resuelto.

Colocó el hechizo de privacidad que Cedric le enseñó, por las dudas.

—Tiene algo que ver con el Torneo... Solo que no como lo imaginas.

LXXX

Esperaría cualquier tipo de reacción de Hermione.

Más preocupación.

Incluso cólera.

O que caminara de lado a lado reflexionando y hablando al respecto.

No que permaneciera quieta, con la boca abierta y todo lo que dijera fue:

—Esto es un desastre colosal. Una verdadera catástrofe.

Su inquietante declaración le cortó la respiración.

Tampoco era que Harry hubiese pretendido que saliera de maravilla, pero se dejó caer en el sillón, tapándose el rostro con ambas manos hasta que comenzó a escuchar cada murmullo que salía de su mejor amiga.

«Esto es...»

«¿Cómo es posible?»

Sus palabras sonaban desde distintos lados.

Abrió un ojo y la vio deambulando alrededor del sillón.

«¿A quién se le ocurriría?»

—A mí —contestó, hundido entre los cojines, casi con una sonrisa porque al menos tenía una respuesta que ofrecer—. No puedo culparme.

El chico que amo -HEDRIC (2)Where stories live. Discover now