51.(CH) déjame sorprenderte

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CEDRIC

LXXIV

Guardaba lindos recuerdos de su madre cuidándole cuando era pequeño.

Pero su padre era la persona más atenta que conocía.

Cada vez que se enfermaba, incluso tratándose de una simple gripe, Amos faltaría al trabajo y entraría a su habitación tan puntual como un reloj para preguntarle cómo se sentía. Como si estuviera cableado para ello, y los días siguientes a los primeros síntomas resultaban claves para anticipar el desarrollo posterior.

A menos de 72 horas de la noticia, sabía lo que su novio estaba haciendo.

Las atentas miradas que le echaba Harry en el Comedor durante las comidas, reunirse dos días seguidos cuando en una buena semana se verían en privado un máximo de tres veces, e insistir en acompañarle a sus clases solo podían significar una cosa.

—Sé que estás preocupado por mí, y estoy bien. De veras.

Harry frunció el ceño un instante, ya fuese por no creerlo del todo.

O por creerlo.

—Lo siento por estar como un halcón encima de ti —suspiró, avergonzado—. Es solo que... Quiero asegurarme de que estés bien. Bueno, tan bien como sea posible.

La inapropiada sonrisa de Cedric contrastaba con su expresión.

—No tienes que disculparte —rió, pensando en que la manera en que Harry lo demostraba en atención extra no le molestaba en lo absoluto—. De hecho, me gusta que estés encima de mí.

Evidencia suficiente fue que Harry volvió a abrazarle.

Sí que disfrutaba de ser cuidado, no que lo diría con esas palabras.

LXXV

—Te he contado muchas cosas desde que te conozco —habló Harry, recostado tanto contra la pared como contra Cedric—. Cosas locas e inverosímiles.

—E ilegales —acotó, cubriendo su mano con la suya—. No lo olvides.

Una risa casi tan suave como su mirada emergió de Harry.

—Y siempre te las has tomado bien. Sorprendentemente bien.

Si así lo consideraba, le parecía un cumplido.

—Te han pasado cosas locas e inverosímiles desde que me conoces. Sueños raros y cruzarte con-no-migo —continuó, y Cedric no mencionaría cuán cerca de perder la cordura estuvo en ese entonces—. Esto es diferente. Peor. Es difícil... pensar que puedas estar bien en serio.

Harry se giró para observarle mejor, y lo admitió:

—No sé cómo me siento al respecto.

—Eso está bien, Ced —dijo con suavidad, apretando su mano—. Estoy aquí si alguna vez quieres hablar al respecto.

LXXVI

Lo que no le gustaba a Cedric era su propia forma de preocuparse.

Porque él también lo estaba.

Sería muy ingenuo de su parte creer que era el único damnificado.

La noticia del fin de semana no le había metido tanto en su cabeza como para olvidarse de que aquel había sido el motivo del extraño humor de Harry en Hogsmeade. Que Harry escuchó una de las historias más raras que lo involucraban de una forma mágica e improbable, y no había tenido tiempo de procesarlo cuando otra bomba cayó.

Detestaba no saber cómo mejorarlo todo.

Cómo hacer que ninguno se responsabilizara por algo que no era su culpa.

El chico que amo -HEDRIC (2)Where stories live. Discover now